Estudios de toponimia navarra
/ año 2004
/ 238 páginas
La realidad lingüística del País ha sido plural. Con la lengua primigenia, sustrato aglutinante de la población al norte y sur del Pirineo, convivieron otras que se fueron sucediendo a lo largo del tiempo.
La realidad lingüística es uno de los tesoros de Euskalerria. La toponimia vasca, merecedora de trato preferencial, no debe excluir la expresada en otras lenguas, sobre todo en las zonas meridionales. Una investigación diacrónica de la toponimia en todo el espacio antaño vascohablante permitirá descubrir y analizar presencias e influencias lingüístico-culturales en cada época y comarca, y observar el momento de la regresión de la lengua vernácula, detectable a través de la depauperación del elenco tradicional. […]
La toponimia autóctona está en trance de perecer debido a la profunda evolución de la sociedad, de sus concepciones y modos de vida, y a las transformaciones del suelo y su destino, afectados por nuevos viales, urbanizaciones, instalaciones industriales, deportivas y pecuarias, por privatizaciones sistemáticas del territorio comunal y por concentraciones parcelarias. […] Topónimos documentados durante los siglos XI y XII, como Arteiza y Loidia, en Subiza (1080), o Eizsamur en Ororbia (1186), han perdurado hasta nuestros días. Los labradores de más edad los recuerdan, pero resultan desconocidos para las generaciones jóvenes. Son años críticos. La recogida sistemática de materiales toponomásticos, tanto en los archivos, pero sobre todo mediante consulta oral, tarea a la que desearía dedicarme por entero, ha de contribuir sin duda a enriquecer el repertorio lexicológico y muchos aspectos lingüísticos e históricos de nuestro pueblo.
José Mª Jimeno Jurío