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Puravida, una soñadora chica de quince años que hace honor a su nombre, y su padre, un vendedor ambulante de todo tipo de cacharros absurdos (por ejemplo, unas sandalias con capota para los días de lluvia), llegan por casualidad a Zarraluki, un lugar que no aparece en los mapas y que sin embargo celebra anualmente el campeonato internacional de lanzamiento de huesos de aceituna.
Es sola una de las surrealistas situaciones que acontecen en este fantasmal pueblo de montaña con faro y equipo de remeros. Un pueblo en el que la vida y la subsistencia dependen por completo de la relación amorosa entre la profesora y el panadero, pareja en plena crisis sentimental. Puravida y su padre intentarán mediar entre ellos con la ayuda de Oihan, uno de los habitantes –con sus 113 añitos– más jóvenes de Zarraluki.
Patxi Irurzun nos sorprende esta vez con Pan duro una divertida y poética novela para jóvenes de todas las edades, en la que sobre reminiscencias del realismo mágico y de películas como Amanece que no es poco o Bitelchús, se eleva la voz siempre tan mordaz como tierna del autor navarro.

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