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El libro es fruto de una investigación hecha por Aitor Pescador y Jesús Barcos, con una beca de la fundación Euskokultur

Ion Stegmeier. Diario de Navarra (4-06-2011)
Pues resulta que Franco no dejó las cosas tan bien atadas como creía. Su sistema político tenía una pequeña grieta por la que se "colaron" un grupo de ciudadanos pamploneses, hombres sin partido político detrás, que lograron hacerse con la alcaldía de la ciudad dos meses después de morir el dictador y abrir la institución a la sociedad. Es algo que sólo ocurrió en Pamplona, "una rara avis que estableció el único ayuntamiento de carácter progresista en las postrimerías del Franquismo", en palabras de Pablo José Aristorena, de la fundación Euskokultur. Fue una transformación que se había iniciado tres lustros antes, según señala Emilio Majuelo.
Aitor Pescador y Jesús Barcos lo recogen en el libro El Ayuntamiento de Pamplona durante la Transición (1974-1979), de la editorial Pamiela. "Es algo tan nuevo que ni siquiera la gente del régimen sabe qué hacer", señala Pescador (Bilbao, 1970). "El ayuntamiento se abre a los pamploneses, la gente puede resolver sus dudas, hablar con los concejales de barrio, y todo eso les da una popularidad inmensa", señala. Conviene recordar que todavía no se habían celebrado las primeras elecciones municipales.

Barcos dice que se trató de un "experimento": "Llegaron ex novo a una situación que no conocían, eran personas que trabajaban por y para Pamplona, de distintas ideologías y procedimientos, pero cuando había que solucionar un problema, lo solucionaban", añade. "El sistema tuvo miedo de comprobar cómo en una ciudad que había sido adepta al régimen salía un alcalde con apoyo de la ciudadanía", añade Jesús Barcos (Pamplona, 1973).
Dos de esos protagonistas asistieron ayer a la presentación del libro, en la sede de Eusko Ikaskuntza de Pamplona: los exalcaldes Javier Erice y Jesús Velasco. Sus vivencias dan una idea de la época. "Había una ilusión terrible, desde que tenía 6 o 7 años por fin, íbamos a llegar a unas libertades, así que gritamos en el balcón del Ayuntamiento "¡Viva la libertad!", recuerda Erice.
Como concejales no cobraban un duro. Como alcaldes, menos que el salario mínimo, que se situaba en 1976 en 11.400 pesetas. "Yo de alcalde cobré 10.500 pesetas, al mes siguiente Julián Balduz se puso un sueldo de 150.000", recuerda Velasco.
Todo estaba por hacer. Había un ambiente de efervescencia. Velasco, de alcalde, presidía 8 ó 9 comisiones. Había plenos en los que se llegaron a despachar 110 asuntos. "Había que resolver todo aquello", explica Velasco. Erice, que era médico, terminaba el pleno y tenía que ir a hacer avisos a domicilio. Y en ambos casos, se negaban al boato. "Entonces, el frac nos lo comprábamos nosotros o lo pedíamos prestado", recuerda Velasco. Ellos dos no lo querían. Velasco se negó a usarlo para presidir una corrida en Sanfermines. "Las peñas se opusieron, o presidía de frac o no presidía, así que me alegré muchísimo de no hacerlo", dice ahora. Era la época en la que el alcalde de Pamplona podía ser antitaurino.
Una grieta en los Tercios
Los ayuntamientos en la democracia orgánica del Franquismo se elegían por tercios. Las entidades económicas, culturales y profesionales elegían uno de una lista propuesta por el gobernador civil; verdadero antagonista del alcalde durante el proceso que recoge el libro. De hecho el primer edil recibía 5 ó 6 llamadas diarias del gobernador y éste, por ejemplo, sancionó a Erice con tres meses por no asistir al funeral de Carrero Blanco (más tarde lo defenestró totalmente). Los otros dos tercios eran el sindical, elegido por los organismos sindicales del municipio, y el familiar, por parte de los cabezas de familia. Por estos dos últimos se colaron gente como Miguel Ángel Muez, Miguel Echániz o Tomás Caballero. No eran de partidos, Velasco recuerda que él era de la HOAC, la Hermandad de Obreros de Acción Católica, por ejemplo.
Los aperturistas llegaron a ser mayoría y produjeron situaciones totalmente nuevas, como que la prensa cubriera los plenos –Erice agradece el papel de la prensa de aquella época– y los plenos se llenaran de público.
El urbanismo y la participación era la obsesión. "Queríamos que el urbanismo lo hicieran las personas, que el dinero estuviera al servicio de las personas y no al revés", dice Erice. "Por ejemplo se habló de hacer el parking de la Plaza de Castillo y el señor Rouzaut advirtió que iba a suponer la destrucción de un patrimonio arqueológico importante", explica.
Esta historia acabó con las primeras elecciones generales de junio de 1977, y la instauración del sistema de partidos actual. "Ellos fueron un interludio entre dos sistemas cuadriculados en los que no encajaban", resume Aitor Pescador.
Participación y Movimiento 15M
Si hay ayuntamiento es porque hay vecinos. Lo tienen claro estos antiguos regidores de Pamplona. Y por eso se muestran convencidos de que hay que hacer caso a los movimientos del 15M. "El primer aviso es pacífico, el segundo a lo mejor también lo es, pero quién sabe cómo será el tercero", expone Erice. "Gente que se dice representante del pueblo se hacen llamar ilustrísimos señores y se suben el sueldo sin el más mínimo control", denuncia. En su época había algunas cosas que se reivindican ahora, como las listas abiertas. Y la austeridad total. "Recuerdo que tenía el coche aparcado en el ayuntamiento y en una algarada me pincharon las ruedas y tuve que cambiarlas", dice Velasco. "¿Se necesitan 27 concejales en Pamplona y 50 parlamentarios para medio millón de navarros que somos?, pregunta Erice. La clave, para ellos, es la participación.

Un libro acerca el cariz progresista del Ayuntamiento de la Transición

EFE/Diario de Noticias (4-06-2011)

Dossier. El Ayuntamiento de Pamplona durante la Transición (1974-1979).pdf (0,87 MB)