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Recientemente galardonado con el Premio Euskadi de Ensayo y con Lectura de Pablo Antoñana todavía respirando muy vivo en la memoria, Miguel Sánchez-Ostiz presenta su nueva novela, Cornejas de Bucarest, que ha significado su regreso a la editorial Pamiela.

Fernando F. Garayoa - Noticias de Navarra - 7 de noviembre de 2010
Pamplona. A uno, que es un poco mitómano y bastante sentimental, pasear y charlar junto a Miguel Sánchez-Ostiz, observados por el Coreano de Oteiza y pisoteando tranquilamente los Caídos, le produce cierto cosquilleo interior difícil de olvidar. Ése fue el final de una entrevista en la que hubo muchas risas, notables dosis de introspección, silencios, emociones, cárceles forjadas con palabras y reflexiones tan irónicamente serias que quizá Mola todavía se estará removiendo en su cripta.
La trama, la historia de "Cornejas de Bucarest" rompe cuando el narrador, que acude a la capital rumana para dar una conferencia, se pregunta: "¿Cómo he llegado hasta aquí?". Aunque usted afirma, no sin cierta ironía, que no es el narrador, traslademos la pregunta a su persona. ¿Cómo ha llegado Miguel Sánchez-Ostiz hasta aquí?
La forma convencional de responder a esta pregunta sería ofrecer la respuesta que el público quiere escuchar, haciendo un desarrollo lineal de tu vida sin matices: yo fui un abogado que tenía una gran vocación hacia la literatura, sin saber muy bien lo que era aquello, que quería escribir pero no sabía lo que quería escribir y, además, no tenía herramientas para hacerlo; herramientas que me ha costado muchos años conseguirlas. Pero, aunque quede muy bien y muy ampuloso, he aprendido que lo mejor es no ponerse en escena en plan solemne y decir cosas como (entona con ironía y sarcasmo): "dejé de escribir para no convertirme en la sombra de mí mismo" (risas)... Simplemente dejas una profesión y empiezas a dedicarte a esta a salto de mata, y a la que sale. Escribes, si tienes suerte publicas, y publicas, y escribes, y a la vez vives... Esto es lineal y queda bonito, pero, ¿detrás de esto qué hay? Ésta no es una pregunta fácil. Detrás de esto, ¿qué luchas hay contigo mismo, con la escritura, con la literatura, con la adquisición de un lenguaje propio...? ¿Qué piensas tú mismo de lo que has escrito? ¿Es eso lo que tú querías escribir o era otra cosa? ¿Era para eso para lo que querías escribir o para otra cosa...? ¿Para que te aplaudieran? ¿Para ganar pasta? ¿O para ser alguien? Esas son las preguntas verdaderas que debe hacerse un escritor. Y en esta novela, el narrador se ve obligado a hacérselas, y las responde como puede... Y creo que no de manera muy satisfactoria ya que son preguntas complicadas que se hace porque, a su vez, siente que tiene algo que decir. En mi caso es el sentimiento de una rebeldía ante el mundo que te ha tocado vivir; es la expresión de ese desacuerdo, de ese disgusto contigo mismo y con el mundo lo que está en la escritura, y no puedes parar de escribir... El otro día cite una cosa recogida de un libro que me influyó mucho de muy joven, La conquista de la felicidad, de Bertrand Russell. Este libro lo leí cuando tenía 16 años, pero lo releo de vez en cuando... Es un ejemplar de Austral, que está hecho una porquería a base de leerlo y subrayarlo, pero es mi libro... En esta obra, Russell dice que el escritor que escribe para que le aplaudan va dao porque tiene la insatisfacción asegurada... La verdad es que en Cornejas de Bucarest hay un repaso, con mucha burla de mí mismo, de toda mi carrera literaria.
Precisamente, y recogiendo ese último apunte, ¿realmente piensa que, una vez leído este libro, alguien se va a creer que no es una novela autobiográfica o que el narrador no es usted, tal y como afirmó, no sin grandes dosis de ironía, en su presentación?
No lo sé, que le llamen a Esperanza Aguirre (risas), que esa señora nos lo va a explicar todo. En este país, en cuanto haya una duda literaria hay que acudir a la Aguirre. Yo soy el autor de esta novela, que, por otra parte, cuenta con numerosas situaciones inverosímiles.
Inverosímiles, ¿de lo reales que son?
De lo reales que pueden ser, por qué no. Hay situaciones que tú no controlas, azares que te hacen volver al pasado, a personas que encuentras después de no haberlas visto en 30 años, personas que vienen de tu infancia y te cuentan episodios de tu vida que tú habías vivido de otras manera y te sorprenden, y te obligan a hacer ajustes de memoria. De todo esto en la novela hay bastante, pero sobre todo hay mucho juego literario; es un libro que está cruzado de citas, de guiños y de ironías sobre autores literarios... incluso hay canciones.
Ha dicho que ésta es una novela "en la que todo es imaginario, hasta el autor". Aprovechando que dicho autor es producto de la imaginación, ¿cómo le gustaría que lo definieran? ¿Cínico, gamberro, irónico, mordaz, pícaro...?
Y sentimental, también. Sería una mezcla de todo eso.
El narrador, ese que no es usted, llega un momento en que se ve cazado por su propio pasado...
Claro, por las preguntas citadas anteriormente; preguntas que nadie se hace. Más que atrapado por su pasado se ve cazado por su propia vida... Y se da cuenta de que es mejor no enredar. Los dos versos de Françóis Guillon con los que arranca el libro son muy importantes en este sentido (Nadie se ría de nuestro mal y quiera Dios absolvernos a todos). Una de las primeras conclusiones de la novela es que tú no puedes llevar a los demás a la picota sin ponerte tú mismo; esto me lo enseñó Carlos Castilla del Pino (1922, San Roque Cádiz- 2009, Córdoba), el psiquiatra, con el que tuve una gran amistad. Y, la segunda, que todos tenemos gatillazos, errores, deserciones y cobardías. Y, en tercer lugar, que tu propia historia, si la comparas con las vidas de otra gente que has conocido, como me sucedió a mí en Rumanía, hace que te des cuenta de que en el fondo tus miserias no son tan graves. Y, realmente, también te das cuenta de que para escribirlas tienen que ser un agravio del carajo ya que hay que gente a la que le han arrebatado la vida, le han torturado, le han secuestrado o, sencillamente, son familiares de desaparecidos, como sucede en Rumanía y aquí mismo.
Incidiendo en las preguntas que debe hacerse un escritor, ¿ha merecido la pena dedicar su vida a la literatura?
(Silencio). Es una respuesta difícil. Si dices, sí, quedas como un campeón. Probablemente sí ha merecido la pena. Si dices, no sé, quedas como un cínico. Pero si te pones a pensar lo que te ha acarreado a ti, y a los tuyos, el dedicarte a la literatura, a la escritura, tienes que creer mucho en lo que has hecho para decir que compensa lo otro. Yo quiero creer que sí, porque me da vértigo pensar que no. O pensar que tal vez hubiese sido mejor otra cosa... Y es que se frivoliza demasiado con la escritura, con la literatura; se ha romantizado todo mucho y se rodea al escritor del aura de artista. El sol tiene sombra y esas sombras el lector tiende a decir que se las guarde el escritor para él solo. Igual hace bien. Pero esas sombras existen y, en alguna ocasión, el escritor las tiene que contar; no aburrir a los demás con sus movidas, pero sí contarlas de la mejor manera posible, porque igual así hasta tienen interés.
¿Miguel Sánchez-Ostiz es el escritor que quiso, que imaginó ser?
(Silencio) No.
¿Por qué?
A los 60 años empiezo a pensar que podía haber hecho más. Y tal vez más y mejor.
Volviendo a la protagonista femenina del libro, Bucarest, ha afirmado que es una ciudad que, curiosamente, acoge las grandes contradicciones europeas. Cuestiones como el antisemitismo, que parecen cosa del pasado pero que están ahí, vivitas y coleando.
Los más jóvenes, en Bucarest, tiene menos prejuicios antisemitas, pero la gente de más edad sigue teniéndolos, aunque no los confiesa, no los dice y es un tema del que prefiere no hablar; no existe. De hecho, la comunidad judía es muy pequeña comparada con lo que fue, ya que sólo los sefarditas llegaron a ser 10.000.
Sobre el título del libro, "Cornejas de Bucarest", ya ha explicado que se debe a las grandes bandadas de estos pájaros que invaden al atardecer la capital rumana, pero, ¿debemos buscar más allá, acercarnos a personajes como Fata Morgana para descubrir el verdadero significado?
Este personaje lo he incluido por demostrar cierta erudición fantástica, para hacer ver que yo también sé manejar la Wikipedia (risas). Pero sí, hay ciertos guiños a través de Fata Morgana, que fue la bruja que encerró a Merlín en una cárcel de palabras... Probablemente ésta sea una de las imágenes más hermosas que conozco sobre la literatura y sobre el escritor: el vivir encerrado en una cárcel de palabras. Esa imagen de las cornejas hace sentir como si pasara algo, algo que no tiene explicación. Creo que el ambiente de la novela ha sido reflejado perfectamente por Casajordi en la portada.
¿Quiere que hablemos del Instituto Cervantes?
No.
Con esta novela ha regresado a la editorial Pamiela, harto de sentirse "como en un Mercairuña" en el que las grandes editoriales españolas tratan los libros como si fueran mercancía...
Ha cambiado la presencia del libro en las librerías, de hecho, los libros hay que venderlos antes de que aparezcan en las librerías. El libro que más vende, en muchas ocasiones, es el que tiene la campaña de promoción más dura, aquel en el que la editorial ha puesto más medios o dinero, independientemente de la calidad que pueda tener.
¿Por qué ha querido sumergir esta novela en un profundo baño de estilo picaresco?
Porque siempre me ha interesado el género de la picaresca. Y me han interesado porque es un lenguaje muy vivo, con un fondo de desgarro que describe con dureza un época a la que critica fuertemente. Son libros que están como enmascarados en una especie de confesión de errores cuando en realidad son extraordinariamente críticos con los estamentos de su época.
¿Como pretende ser éste?
Como pretende, no; como creo que es. Y lo digo con tranquilidad.
Para acabar, su última criatura ya ha empezado a caminar sola, ¿qué puede contarnos de las que tiene en gestación?
Tengo el dietario, que es la continuación del que se ha llevado el premio Euskadi (Sin tiempo que perder), y que se va a titular Vivir de buena gana, como mi blog. Y, por otra parte, tengo dos novelas. Una sobre un secuestro en Bolivia y otra sobre un asunto de memoria histórica visto desde el presente.

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