La tarde del viernes 21 de agosto, la familia de Pablo Antoñana, acompañada de un grupo de amigos, aventó sus cenizas en las murallas de Viana, junto a las ruinas de la iglesia de San Pedro.
Miguel Sánchez-Ostiz lo describe en su blog:
«Esta tarde, unos cuantos amigos hemos ido hasta Viana, en la raya de La Rioja, para asistir al aventamiento de las cenizas de Pablo Antoñana, que nació ahí, en la casa de Navarro Villoslada […]
Al pie de las ruinas de la iglesia medieval de San Pedro, una nieta de Pablo ha aventado las cenizas de su abuelo y estas, por el cierzo que soplaba, le han abrazado. Eso ha dicho la madre.
Un poema de Mario Benedetti ha sido el epitafio.
Una tarde hermosa, de sol y cierzo, de cara a los montes de La Rioja y Álava, con Logroño y el valle del Ebro a lo lejos.
Nos hemos ido yendo, remoloneando, cruzándonos con peregrinos jacobeos, oyendo el aire bravo de alguna jota que salía de la puerta abierta de un bar y junto a la mesa del café donde hemos tomado algo, decorado con viejas fotografías de Viana, teníamos esta, con nuestro amigo tan lejos y tan cerca, joven, con sus amigos de entonces, de cara al cabo de la calle, las manos en los bolsillos y la vida por delante».
Miguel Sánchez-Ostiz
(De su blog: Vivir de buena gana)
Agur, Pablo