Nabarra. Estado político de Vasconia
Ensayo y Testimonio nº 51
/ Castellano
/ año 2002
/ 128 páginas
Compendio de su perspectiva histórica y política
Edición de Gaizka Aranguren
Este trabajo que tienes en tus manos, estimado lector, trata del sentir vital de un hombre, Anacleto Ortueta Azkuenaga, que en los tiempos del "Euzkadi es la patria de los vascos" –frase con la que políticamente se identifica en la medida en que satisface sus aspiraciones de recuperación de soberanía usurpada–, hizo un encomiable esfuerzo por que sus compatriotas cayesen en la cuenta de que, en realidad, los vascos no necesitaban inventarse ningún país, que ni siquiera necesitaban inventarse un nombre con el que llamar a su territorio. Un hombre que trató de abrir los ojos de sus correligionarios a la realidad histórico-política de Nabarra, la estructura política de la que se dotaron los vascos mucho antes de que se pudiese siquiera vislumbrar el surgimiento futuro de la inmensa mayoría de los Estados-Nación actuales.
Ortueta es un independentista navarro. No fue el único de su tiempo, ni el más conocido. Sin embargo, no podemos menos que valorar en su justa medida el que un hombre comprometido políticamente con el jelkidismo hasta 1930 –opción política que abandonó para fundar ANV, que luego también dejó–, hubiera descubierto desde su Vizcaya natal, tan enfrascada en el debate del nacionalismo aranista, del bizkaitarrismo, esa cajita mágica, esa referencialidad histórica que permite estructurar un discurso político coherente con el pasado y eficaz con el presente; no ya con aquel presente del siglo XX, cuya oportunidad ha perdido el independentismo vasco, vascón o navarro, como queramos llamarlo, sino eficaz con el presente del siglo XXI.
Gaizka Aranguren Urrotz
Nabarra y la unidad política vasca. Anacleto Ortueta, Barcelona 1931:
El proceso de la desmembración del Estado vasco terminó en 1200 y en adelante Castilla había de encomendar a los vascos occidentales la labor de destruir la independencia del cercenado reino pirenaico. El triunfo de Castilla sobre la nacionalidad vasca era ya incuestionable, pues había conseguido dividirla en dos, y en adelante no tendría más que lanzar –hermanos contra hermanos– a la mitad sometida a su influencia sobre la que se conservaba libre.
Para poner de manifiesto este triste proceso es por lo que continuaremos siguiendo a grades trazos la historia de Nabarra hasta que cayó definitivamente bajo el dominio español.