El fénix nacionalista
/ Castellano
/ año 2006
/ 198 páginas
El fénix nacionalista. La vigencia del nacionalismo en el siglo XXI.
El fénix nacionalista es el desarrollo y continuación lógica del anterior libro de Ricardo de la Encina titulado “Poder y comunidad. Una sociología del nacionalismo”. Si en aquel primer libro se planteaba cómo surge la conciencia nacional de las naciones sojuzgadas por los estados constituidos, en éste nuevo se analizan las razones para la vigencia de dicha conciencia en la actualidad.
La pretensión de este ensayo es estudiar el papel del nacionalismo sin estado oficialmente reconocido de cara al nuevo futuro inmediato al que nos enfrentamos. Es decir, analizar la vigencia y la actualidad de ese tipo de nacionalismo en un mundo cambiante y cada vez más interrelacionado.
Desde hace ya cierto tiempo, los voceros y portaestandartes del globalismo que se esconde detrás de los nuevos mercaderes y de los nacionalismos dominantes critican con especial énfasis el nacionalismo de las naciones sin estado, no así el suyo propio. Argumentan que ese nacionalismo que tratan de denigrar es un fenómeno nada acorde con el desarrollo de las nuevas tendencias supuestamente globalizadoras que desafían única y exclusivamente la lógica intrínseca de los presupuestos básicos del nacionalismo rebelde, no así, al parecer, la del nacionalismo dominante. Según ellos, dichos presupuestos han quedando reducidos a meros vestigios tradicionalistas nada concordantes con la época postmoderna. ¿Hasta qué punto es esto cierto?
Este ensayo comienza con un replanteamiento de la noción clásica de soberanía desde distintas perspectivas analíticas (política, economía, ecología, nuevos movimientos sociales, etc). El objetivo perseguido es mostrar cómo ese concepto clásico, tal y como ha sido entendido hasta prácticamente el segundo tercio del siglo XX, ha experimentado y sigue experimentando una serie de mutaciones, no sólo en sus principios doctrinarios, sino también en su aplicación práctica.
Sin embargo, y a pesar de ello, los estados siguen siendo un factor clave en la política mundial. Aunque haya cambiado la relación de fuerzas a su disposición, en buena medida continuan desarrollando las relaciones de poder establecidas. En este sentido, ni los estados ni su soberanía han cambiado tanto como para poder hablar definitivamente de un nuevo escenario político. Por lo tanto, el nacionalismo de estado sigue vigente y, como contrapartida, también lo está el nacionalismo de los grupos sojuzgados por aquél, que luchan por lograr su legitimación política como reacción al poder homogeneizador de los estados y de sus nacionalismos dominantes. Pero no hay que olvidar que también luchan contra las fuerzas globalistas uniformadoras que tratan de diluir toda diversidad socio-cultural diferenciadora en pos del llamado pensamiento único, la forma más expresiva del imperialismo político, cultural y económico actual.
Existe una no poco desarrollada y extendida línea teórica en el análisis del nacionalismo que entronca a éste con la Modernidad en sus diferentes aspectos ideológicos y estructurales del cambio. Sin embargo, la perspectiva adoptada por muchas de las teorías de la modernización no es la más adecuada para explicar el nacionalismo. Además, aunque el nacionalismo está relacionado con los procesos de modernización o, mejor dicho, aunque ha sido impulsado por éllos, tampoco es un simple reflejo de la Modernidad. Va más allá de la misma por cuanto resurge como producto renovado de la postmodernidad. Modernidad, postmodernidad, globalización..., son conceptos relacionados y muchas veces ambíguos que estan detrás de todo replanteamiento del papel del nacionalismo en la actualidad. ¿Exíste realmente un mundo globalizado que disuelve progresivamente las conciencias nacionales? Parece ser que no, al menos no de una forma determinante. Más bien, han sido los procesos supuestamente globalizadores los que han alentado y fortalecido el nacionalismo. Por lo tanto, puede decirse que el nacionalismo continuará en un futuro próximo siendo una fuente de identificación que dará cohesión y dignidad a los pueblos que deseen preservar su cultura, su identidad y su autogobierno. Pero también podrá ser motivo de conflicto y de confrontación.
Como el ave Fénix, lejos de difuminarse en la vorágine de la historia, reaparece continuamente en élla.