Dale que dale a la lengua. Tomo I
/ Castellano
/ año 2008
/ 298 páginas
Propuestas para hablar y escribir textos narrativos y descriptivos
Desengañémonos de una vez por todas: el sistema educativo actual sufre un galopante déficit de escritura y de oralidad. En la mayoría de los centros ni se habla ni se escribe de forma sistemática y consciente.
Para hablar y escribir bien no basta con hablar y escribir a secas. Es necesario hacerlo con ese objetivo específico de hablar y escribir bien. Lo cual no tiene nada que ver con la espontaneidad ni con la improvisación.
Este libro está pensado para mejorar la eficacia de la expresión oral y escrita. En él, se da importancia a la enseñanza y aprendizaje procedimental, sin dejar de lado el saber declarativo, es decir, el conocimiento del aparato formal lingüístico.
Si no damos protagonismo a las intervenciones orales y escritas del alumnado, el desarrollo de su competencia lingüística, no sólo será defectuoso, sino, lo que es peor, desalentador y, a veces, conflictivo, consigo mismo y con el profesorado.
Las actividades aquí pergeñadas exigen a los alumnos la utilización de un registro formal específico, el que se deriva de la diversidad textual y los distintos ámbitos de comunicación.
El libro es un conjunto de actividades ordenadas y estructuradas con una finalidad específica: producir un texto oral y escrito concreto. Para ello se plantean de forma explícita los objetivos, los contenidos y las actividades. En este sentido, se da una atención simultánea tanto al contenido de lo que queremos escribir y hablar como a la forma lingüística de expresarlo.
Y todo ello partiendo de una planificación exhaustiva del texto a escribir. Porque está demostrado que la mejora de la expresión oral y escrita está muy relacionada con la planificación del texto que se quiere producir.
Cuanto más consciente es uno de lo que hace, más creativa y más placentera será la tarea emprendida. Lo que se hace sin saber para qué, produce aburrimiento y malestar.
«La lectura no cotiza en la bolsa de la vida, por eso falla su fomento»
«Hay una confusión de términos que causa sistemas deficientes en el desarrollo del interés por los libros»
(Ericka Montaño. La Jornada. 15 de octubre de 2012)