Reflexiones sobre la «coherencia» barojiana
La mitificación de Pío Baroja procede de los intelectuales de izquierdas que, o bien habían leído a este autor barriendo para casa, o habían valorado su obra narrativa sin entrar a considerar su pensamiento. También es posible que confundieran el anticlericalismo de Baroja con la totalidad de sus ideas, que eran las propias de un reaccionario.
Baroja no fue liberal, ni anarquista, ni revolucionario. Fue un tan aburrido como mimado burgués venido a menos, lleno de complejos y tan reaccionario o más que los integristas de su tiempo. Sus ideas estaban en el ambiente de la derecha más reaccionaria de España y de Europa. Escribió contra el sufragio universal, contra la democracia, contra el parlamentarismo, emparentándose así con lo que más odiaba: el carlismo y el catolicismo. Fue un fanático germanófilo que proclamaba la genialidad de Hitler. Fue un antisemita cruel y vesánico; probablemente, el escritor español más antisemita de todos los tiempos, en consonancia con judeófobos como Larramendi, Navarro Villoslada, Campión, Mirande o Sabino Arana, en la línea del cura de Sabadell, Sardá i Salvany, autor de Las judiadas.
La ideología de Baroja apesta y si se pasase ésta por un escáner que midiera su compatibilidad con los Derechos Humanos, quedaría condenada al más frío de los silencios.