Este artículo es un refrito, remedo, copia o plagio de otro artículo,
escrito por Luis Carlos Díaz, con el título «Los secundarios de la Real
Academia Española”, y publicado en la revista La fiera literaria, en el mes
de febrero.
La pregunta seguro que es hasta impertinente, pero no puedo evitarla después de recoger algunas anécdotas protagonizadas por escritores, una vez que recibieron la pedregada de ocupar un sillón letrado de la Academia.
Nombraron a Pérez Reverte, a Marías y a Puértolas, y todo fueron entrevistas por aquí y por allí. Pero nadie se enteró de que la docta casa había nombrado a Inés Fernández Ordóñez, y eso que era la primera lingüista que ingresaba en la Academia. Lo mismo, o parecido, sucedió con la presentación de la nueva Gramática académica, la más cercana a la ciencia lingüística de las hasta ahora publicadas por la institución. Apenas cinco líneas en los periódicos. Después, articulistas de postín lamentarán en los mismos periódicos, que ocultan estas noticias, que el país en materia de cultura es un asco. Ni que lo dijeran por ellos mismos.
Nombran académica a una escritora como Puértolas, y venga resmas de papel impreso para celebrar de forma desproporcionada el acontecimiento. Casi como si se hubiera muerto o le hubiesen dado el Nobel.
Claro que, si se tiene en cuenta que todo lo que procede de la Academia es más rancio que el azulete, las declaraciones de ciertos escritores hasta resultan necesaria para salir de la constitucional seriedad en la que está sumida esta casa. Yo, por ejemplo, no me pierdo ninguna de las que hace su director, García de la Concha. Sé de antemano que tengo garantizada una buena porción de risas.
Ignoro qué punto g o h les toca a los escritores cuando los nombran académicos, pero no tardan un pestañeo en soltar tonterías, lo mismo que haría un futbolista o una celebridad del celuloide. Si hay una especie que no puede estar callada, ésa es la casta de los escritores. Luego, condenarán la opinionitis. La de los demás, claro. Por cierto, una escritora que en su día condenó esta infamación de la glotis fue, precisamente, Puértolas. También lo hizo otro que no para de soltar alfalfa espiritual al mundo cósmico mundial, como es Muñoz Molina. Supongo que hablan de lo que en los demás es vicio y en ellos virtud.
Cuando alguien preguntó a la escritora de Zaragoza, doña Soledad Puértolas, la función que cumpliría una vez dentro de la docta casa, respondió sin que la vergüenza apareciese en su rostro: “Ni idea. Lo que me pidan. Lo que soy. Mucha ciencia no creo, no soy gramática ni tengo los conocimientos eruditos de un filólogo o un lingüista. Será algo mucho más personal y subjetivo, como es la creación literaria; y algo más intuitivo, quizás más arriesgado. Un acercamiento natural a la lengua”.
Irrisoria situación. La séptima mujer de la academia en convertirse en académica numeraria de la lengua -sólo cinco en trescientos años de historia-, no tiene inconveniente alguna en reconocer que de gramática, filología o de lingüística es hereje total. Su cometido, será, por tanto, “un acercamiento natural a la lengua”.
Si es verdad que Puértolas es una ignorante en las materias nombradas, que así lo será si ella lo reconoce, ¿qué sentido tiene nombrarla académica? ¿Para acercar lo natural del lenguaje a la academia? Para eso bastaría con pillar a dos pescateras del Mercado de cualquier ciudad y plantarlas en la academia a zurear sintagmas durante quince minutos. Y, sobre todo, ¿qué razones interiores le habrán acompañado para que la escritora aceptara un cargo para el que no está preparada? ¿Alguien aceptaría un puesto para el que no está preparado?
Imagino, por supuesto, que nombren académico de la historia a alguien que sólo pueda dar testimonio de la vida que le ha tocado vivir en estos tiempos de crisis, pero estoy convencido de que nunca lo nombrarán. Lo mismo me sucede si se intentara nombrar académico de Farmacia o de Ciencias Médicas a alguien que tuviera la sinceridad de proclamar que sus conocimientos empiezan y terminan en la aspirina que suele tomar contra el dolor de cabeza.
¿Por qué se quiere tan mal a sí misma la Academia? ¿Qué es lo que pretende nombrando a gente ignorante e inepta en las materias que hacen posible el estudio detenido, científico, de la lengua, objetivo de la institución?
¿Cómo es posible que desestimara la candidatura del lingüista Antonio Quilis para dejar sitio a Cebrián? ¿Cómo es posible que la RAE haya escogido a Puértolas cuando no hace tanto le negó el asiento al subdirector de su propio instituto de Lexicografía, Rafael Rodríguez Marín, un lingüista competente que abandonó la institución poco después, no se sabe si por hastío, por vergüenza?
Manifestar públicamente que no se está preparado para un cargo es digno de elogio por la inusual sinceridad que pregona. ¿O más que sinceridad es cara dura? Porque lo lógico sería rechazar, a continuación, la propuesta. Por decoro, con uno mismo y con la institución aunque ésta me parece que es tan incoherente consigo misma como los escritores que nombra.
Si llamativa fue la respuesta de Puértolas, también lo sería la de Pérez Reverte. Cual un Alatriste henchido su pecho de nacionalismo español cojonario diría que “con él entraban en la Academia todos sus lectores” y que su primera tarea sería “escuchar y aprender”. Otro que tal. Por ese mismo precio, podía haber ingresado en una facultad de filología para “escuchar y aprender” algunos rudimentos fundamentales de gramática y de filología. Pérez Reverte, como Puértolas, han entrado en la academia sin merecerlo. No lo han hecho por deméritos literarios, en los que ahora no quiero entrar, pero sí repletos de deméritos científicos.
Como digo, lo que sucede con los escritores y la Academia es de juzgado de guardia. Algunos hasta lo saben. Por ejemplo, Marías, tras conocer su nombramiento, dijo que “no entendía por qué la Academia admitía en su seno a novelistas”, ya que la labor de estos era “bastante pueril”. Lo que no entendí nunca es por qué Marías, aceptó entrar en un club que aceptaba a gente pueril como él, a no ser que los de dentro chapotearan en un una charca de puerilidad absoluta y quisiera hacerles la competencia.
La verdad es que yo tampoco entiendo el criterio de la Academia a la hora de admitir a él y al resto de los demás escritores. Sigo sin entender por qué en la Academia de la Lengua las decisiones lingüísticas las tomen escritores, biólogos, almirantes, sociólogos, notarios –el director de Euskaltzaindia lo es-, arquitectos o periodistas. Tampoco comprendo que personas cultas admitan un cargo y una responsabilidad teórica para la que no están preparados.
Un poeta, por muy bueno que sea, no está capacitado para hacer una gramática. Y menos lo están, escritores como Marías, Puértolas y Pérez Reverte.
En fin, ¿Cómo vamos a tomarnos en serio una institución en la que muchos de sus miembros declaran no tener idea de lo que en ella se hace?
En este contexto, no extrañará que la Academia haya tenido que contratar a gramáticos y lingüistas no académicos para elaborar la nueva Gramática. Pero situaciones ridículas como estas no deben de ser raras, cuando 31 de los 46 miembros de una academia no tienen idea de lingüística ni de filología.
Ha advertido Puértolas que su ingreso en la RAE versará sobre los personajes secundarios. Un tema importantísimo y definitivo para los intereses de la lengua. En lugar de eso, podría fijarse en los escasos lingüistas de la institución. Nada mejor para hablar de subalternos en el salón de plenos de la RAE que recordar a los científicos del lenguaje, los auténticos secundarios de la RAE.
Sobre el autor del artículo: Victor Moreno
Libros del autor: Pamiela.com
Tiene toda la razón. El frustrado V Congreso de la Lengua en Chile parecía más un congreso de poetas y escritores que de lingüistas y personas versadas o interesadas en la corrección idiomática. La enorme colección de referencias en la NGLE, muchas de ellas correspondientes a usos incorrectos, también proviene principalmente de ese origen. Brillan por su ausencia las referencias a autores sobre temas gramaticales o lingüísticos y sus teorías. Las Academias asociadas a la RAE, fuera de España, también siguen la línea de incorporar entre sus miembros novelistas, algunos a la vez periodistas que han adquirido alguna notoriedad local. Son cosas realmente sorprendentes.
Luis Carlos Díaz Lingüista
Respuesta a una Nota Aclaratoria del profesor Víctor Moreno
En relación con la Nota Aclaratoria del profesor Víctor Moreno, en la que me pedía disculpas por haber utilizado en un artículo suyo frases y comentarios tomados de uno mío sin citarme, me gustaría declarar que acepto dichas disculpas de buen grado; que entiendo que no hubo mala intención en su comportamiento, sino olvido y premura; y que valoro la honestidad que ha demostrado a los lectores y a sí mismo al disculparse públicamente sin que haya habido petición expresa por mi parte.