¿Cómo es posible que a personas tan inteligentes y tan sabias, que son capaces de señalar con una exactitud asombrosa dónde radica el mal económico y laboral de toda una sociedad, y hasta del mundo entero, y de indicar, con más nitidez todavía, la manera de evitarlo, no se les haga ni puñetero caso?
¿Por qué no nombrarlos ipso facto alcaldes de ciudad y presidentes de gobiernos autonómicos o lo que sea?
¿Cómo es posible que, dada su gravedad intelectual y el variado repertorio que poseen para solucionar todos los problemas del mundo, las instituciones públicas permiten que su inmenso talento agonice lánguidamente en una tertulia de mala muerte?
Porque hay que ver y doblegar la cerviz ante la finura intelectual de quienes aparecen en tertulias en la radio y en la televisión cuando pontifican acerca de todos y cada uno de los problemas que asolan al cosmos y al big-bang de la economía mundial.
Cada vez que abren su pico y dejan caer el queso de su dialéctica en tertulias y artículos de periódicos, la luz de gas habita entre nosotros y el único malo en este mundo es el gobierno y su corifeo mayor..
Capaces de plasmar en una frase aquel mágico sistema que resolvería en un pestañeo la peste del paro, son, sin embargo, consumados inútiles en el arte de renunciar a la mesada de una de sus mil tertulias para que la ocupe un periodista en paro.
Tan habilidosos montando un idílico discurso sobre la solidaridad con cualquier país africano en proceso de extinción, y que nadie les ha pedido, como incapaces de abandonar la vida regalada que llevan y acudir precisamente allí donde habita el dolor de verdad, y comerse, de una puñetera vez, el trigo que venden para los demás.
Modernos Crisóstomos de pacotilla, picos de oro de la radio, de la televisión y de la prensa, que nos refrotáis por los bigotes, cada día que pasa, las mil y una maneras de solucionar los problemas cotidianos del sobrevivir, ¿por qué no os aplicáis todo eso que pregonáis a vuestras propias existencias?
O dicho de otro modo menos retórico: ¿por qué no os vais todos juntos a plantar dunas al desierto o montáis un negocio de herraduras para camellos junto a las pirámides de Keops?
Nos haríais un favor a todos, y, muy especialmente, a vosotros mismos. Demostraría que aún hay en vuestras molleras un resquicio de sentido común y de inteligencia.
Mientras tanto, parecéis calcomanías aburridas de Dios, es decir, ilusos majaderos que os creéis capaces de entenderlo todo, de explicarlo todo y de poner a todo el mundo en su sitio, menos a vosotros mismos.
¡Listos, que sois unos listos…!