“Mal síntoma es querer volver sobre la guerra del 36. ¿No sería mejor olvidarse de una vez de la guerra, que casi nadie ha conocido?” (Ollarra, Diario de Navarra, 23-III-2003).
¿Por qué molesta tanto a la derecha recordar su pasado? ¿Por qué le incomoda tanto al Diario de Navarra lo sucedido hace ahora 75 años? Por una sencilla razón: porque los valores, que defendió desde 1903, año de su fundación, hasta que se autodeterminó demócrata de toda la vida, se dan de bruces con los valores que hoy más se cotizan. Diario atacó y ridiculizó siempre los valores que actualmente son identidad de la dignidad individual y la esencia democrática de lo que se llama Estado de Derecho. Y en el 36, lo quiera o no reconocer, se sumergió por voluntad propia en el más tenebroso túnel del tiempo.
Tampoco conviene extrañarse. Diario fue siempre un periódico de derechas, reaccionario, y “conservaduro”, que decían los canalejistas de El Demócrata Navarro. El mismo dijo que su creación se debió a la flojera ideológica de El Eco de Navarra frente a los movimientos socialistas que operaban en 1903 en la provincia. Fue detractor de las elecciones libres, del sistema democrático, del sufragio universal, del parlamentarismo. Por el contrario, defendió dogmáticamente las sucesivas dictaduras, de Primo de Rivera, de Franco, de los sistemas totalitarios y fascistas de Mussolini y de Hitler, a quien felicitaba efusivamente el día de su cumpleaños.
En la crisis de 1917, reivindicará una Dictadura, rogando al ejército que intervenga para salvar a España del “Eje del mal”. Dada su esencia militarista apoyará cualquier intervención del Ejército, como lo hizo en 1917, en 1923 y en 1936. Su director y mentor ideológico, Raimundo García (Madrid, 1884-1962), lo expresaría de este modo: “Si la censura es necesaria al mejor servicio de España, venga la censura, si para tan elevados fines se necesitara de la dictadura, también diríamos con toda lealtad: venga la dictadura” (11.X.1917).
En vísperas del golpe de Primo de Rivera, defenderá el fascismo y la represión contra la prensa. Resueltamente dirá: “A España le hace falta un Mussolini” (20.7.1923).
Como anuncio premonitorio de lo que vendría, en las elecciones de febrero de 1936 advertirá: “La mejor esencia de los pueblos, la sustancia que debía producir frutos benditos de paz, de fraternidad, de caridad, de progreso y de alegría, se la lleva esa mala raíz del sufragio universal, de la cual se extrae luego el veneno del parlamentarismo que aniquila toda posibilidad de bienestar y de paz social” (12.2.19136). Y en tono digno de un profeta del antiguo testamento proclamará que, si no tuviera la certeza de que ésta es la última vez que se utiliza el “Parlamento de tipo liberal para salvar a España, él no se presentaría a las elecciones”.
Lo diré sin tapujos. La guerra civil tuvo lugar gracias al periódico fascista de la calle Zapatería. No sabría graduar su responsabilidad ni en qué medida fue principio y fin de la barbarie que aterrorizó a España, pero en lo que hace referencia a Navarra, las cosas están muy claras: si la Iglesia y Diario de Navarra lo hubiesen querido, el golpe de estado no se habría dado. Al darse, y fracasar, la guerra civil tomó carta de naturaleza porque tanto la Iglesia como dicho periódico la aceptaron y la impulsaron. La Guerra Civil sin Diario de Navarra y sin la Iglesia no hubiera sido la guerra civil que fue.
Diario buscó y alentó este golpe militar desde que se instauró la República. Pues la odiaba con todas sus fuerzas. Por laica, por atea, por abrir paso al comunismo, por su democracia, por su parlamentarismo…, pero, sobre todo, porque no favorecía los intereses económicos de los ricos.
Como Mola, Garcilaso mentiría una y otra vez acerca de los movimientos golpistas que se estaban dando en Navarra desde principios de enero. No sólo mentirá a Azaña, sino que con su particular cinismo acochinará a los socialistas cuando estos denunciaron que “en los montes de Navarra hay muchas pistolas y los cavernícolas se preparan para renovar la guerra civil” (22.8.1931). Garcilaso saldrá al paso mintiendo: “No crea el gobierno en guerras civiles con pistolas en Navarra” (Ídem).
Garcilaso había estado dos veces en África durante la guerra de Marruecos, el 14 de febrero de 1922 y el 10 de septiembre de 1925. Allí conoció y trabó amistad con dos de los militares que acabarían llevando a España a su ruina moral, económica, cultural, política y social: Mola y Franco.
El papel jugado en la conspiración golpista por Garcilaso, que es lo mismo que decir Diario de Navarra –a su junta de administración jamás se le oyó decir una palabra en contra de la deriva fascista en que había caído el periódico-, fue fundamental. Sin Garcilaso, el golpe no hubiera sido posible.
Lo sostienen sus propios hagiógrafos. Hay declaraciones que son muy reveladoras. Por ejemplo, la de Maíz: “Y sé que la persona ha sido don Raimundo García, “Garcilaso”, Diputado a Corte del Bloque de Derechas, uno de los hombres del movimiento. Ahora y hace años”. Lo definiría como “una gran figura de la conspiración”, como “ese hombre cuya pluma no descansa al servicio de Dios y de España, es una de las finas aristas que mellan al comunismo en nuestra patria: Don Raimundo García, Garcilaso”. El Gran Fascista por Excelencia, debió añadir. ¡No es de extrañar que las derechas de esta tierra lo nombraran Hijo Adoptivo de Navarra! ¡Quien a los suyos se parece, honra merece!
Garcilaso, como ya hiciera en la dictadura de Primo de Rivera, convirtió el periódico en el órgano de los fascistas-golpistas. No es de extrañar que fuera el único papel que publicase en primera página el bando sanguinario de Mola, impreso, ahí es nada, en los talleres del propio periódico.
Diario de Navarra se constituyó en el portavoz oficial del golpismo antes, durante y después de la guerra. Tanto que podría hablarse de la guerra civil que nunca fue, contada por el Diario. Fue el primero en llamar a la depuración del adversario (26-VIII-1936); el primero en pedir la depuración de los maestros nacionalistas (26-IX-1936); el primero en pedir la depuración de los trabajadores con ideología republicana (27-IX-1936); el primero en rendir homenaje público a los muertos en el frente del mal llamado bando nacional, y que serán los mártires de la Cruzada (2-VII-1937), mientras que calificará como ratas a los otros muertos (20-IX-1936) o de masones siniestros (8-X-1937).
En definitiva, fue gracias al Diario de Navarra -el propio Ollarra lo glosará en 1962 (24-X-1962)-, como se perpetró con premeditación y alevosía la barbarie que se hizo en Navarra. Garcilaso no sólo fue un simple correo entre Mola y los sublevados, sino uno de sus gestores ideológicos fundamental. El opusdeísta A. Fontán diría que Garcilaso fue de “esos pocos hombres beneméritos a los que España debe el Alzamiento de 1936 y luego la victoria y la paz de 1939” (Diario de Navarra, 30.10.1962).
Quien fuera su discípulo más querido, Ollarra, comentaría: “La Navarra del 19 de julio, a cuya preparación inmediata colaboró tan eficaz y estrechamente con el general Mola, debe mucho al trabajo cotidiano y sufrido de Garcilaso, que supo conservar y hacer el ambiente” (20.10.1962).
Entiéndase: Un ambiente de terror.