Diario de Noticias (16-VIII-09)
Fallece en Pamplona, a los 81 años, el escritor y columnista vianés Pablo Antoñana
El ganador del Príncipe de Viana padecía desde diciembre una larga enfermedad. Inagotable autor y colaborador de Diario de Noticias, publicó en vida más de 20 libros y 2.000 artículos en prensa.
El universo literario de la República de Ioar, la guerra, la injusticia, la maldad o la pobreza son temas que marcaron su obra.
El escritor de Viana cuenta con 25 libros publicados, entre novelas, relatos y recopilaciones, e infinidad de artículos.
Artículo de Miguel Sánchez-Ostiz
Estela de Pablo Antoñana
La de Pablo Antoñana no es para mí una muerte de escritor más. Y es que entendería mal el estar ahora mismo poniendo una palabra detrás de otra, sin el lejano magisterio de Pablo Antoñana. Lo he escrito muchas veces, y lo hago una más, con pesadumbre, por el motivo que la induce. En mi vocación de escritor contó, y mucho, la obra de Antoñana leída en las páginas dominicales de un periódico local. De estudiante, la misteriosa existencia de aquel hombre que había estudiado derecho, era secretario de unos pueblos que allá quedaban entonces y que escribía aquellos prodigiosos artículos de Las tierras y los hombres , me resultaba fascinante. Era un cebo irresistible. Había algo oscuro en todo ello, algo severo que no era del todo invención literaria y sólo invención literaria. Había algo arriesgado en aquel nombrar el lado oscuro de la historia, de una forma poco canónica, muy lírica, imaginativa, con un lenguaje libre, alado. Aquel mundo de voluntarios carlistas, huidos de la justicia, navegantes, perdedores, mendigos, vagamundos, gentes sin voz ni voto a los que él prestaba la suya, aquel huronear en viejos legajos, en cartas, en cajones secretos, en los secretos bien y mal guardados de las viejas casonas, era para un joven de los sesenta, fascinante. Aquello tenía mucha más magia que la mayoría de las muy olvidadas páginas del realismo mágico, y era reconocible, estaba ahí. Muchos de sus lectores lo habíamos vivido y escuchado en la misma tierra de la que Antoñana escribía y de la que tejió un vasto e ineludible tapiz de la memoria. Eso se paga. Se paga el estar enraizado, como él lo estuvo en la tierra en la que nació y vivió, el no buscar geografías novelescas, de la misma manera que él sabía, y así lo dejó dicho una y otra vez, que el precio de la independencia era la soledad, que el inconformismo no te acarrea el favor de los gobernantes ni de los que les sirven. No es el momento de reprochar nada, pero estimo que, salvo para un reducido grupo de lectores incondicionales, a Pablo Antoñana se le trató con una llamativa falta de generosidad.
El suyo es un caso no sé si de mala suerte, pero sí de una soledad y de un apartamiento inexplicable, que nunca tuvo nada que ver con la calidad estricta de su obra literaria, y un ejemplo de cómo la camorra de las sociedad literaria tronza su voces mejores porque no dan cámara, porque no son idóneas, porque son demasiado ellas mismas y no se rinden a exigencias del mercado. Tener un mundo tan rico y tan genuino como el que él levantó con su literatura, en la que vida y obra se identifican de manera estrecha e intensa, se paga. El mismo Rafael Conte decía de él: "Como Benet, mejor que Benet, antes que Benet". Otras veces lo compararon a Faulkner y lo cierto es que en algunas de sus páginas late Conrad. Pero los elogios sonaba a maldición. Navarra jamás ha tenido un escritor como él. Quienes le negaron su forma para apoyar su candidatura al Premio Príncipe de Viana y se jactaban de ello, lo saben. Era un escritor de verdad independiente y un glorioso aguafiestas. Me temo que a su pesar, poseía ese fantástico don de la inoportunidad que es imprescindible para que la fiesta de los poderosos no les resulte del todo gratis. Sabía, porque lo llevó a la práctica, que no se puede cambiar, cuando se tiene, ni la propia mirada, ni la prosa, ni el mundo que con ella se nombra, para obtener unos lectores y contentarlos.
Creo que, por aguafiestas, no ganó el premio Nadal del año 1962 con una novela muy valiente que tocaba un tema candente, entonces y ahora, el del tráfico de personas como si fueran ganado, por la frontera navarra en su caso. La novela de Antoñana, como muchos de sus textos, era un severo alegato fiscal.
No puedo dejar de ver a Pablo Antoñana más que como un jinete solitario, un jinete solitario y herido, triste decía él, melancólico, negro humorista también, magnífico conversador, que, decía él de manera muy hermosa, mojaba su pluma en un pocillo de melancolía, la más negra de las tintas. Y aun así, con la fuerza seductora y el encanto de sus escritos, ha sido capaz de alentar juveniles rebeliones hasta ahora mismo. Pablo Antoñana, al margen de que su obra quede y gane con los años, fue un perdedor que no perdió su autoestima ni el coraje de seguir poniendo una palabra detrás de otra con el viento en contra y, sobre todo, un hombre de una elegancia y una honestidad antigua, ya rara. Se comportó como una persona decente, porque sin duda lo era. No se me ocurre mayor elogio en tiempos de desvergüenza.
Artículo de Javier Eder
Ocho líneas nada más
Hoy –especialmente hoy– abro Relato cruento y leo unas líneas, ocho nada más, ocho nada menos. Leo ocho líneas que podrían ser de El llano en llamas, de Juan Rulfo, pero que se deben a Pablo Antoñana. Son nada más que ocho líneas y sin embargo contienen todo un western, uno como Centauros del desierto o El hombre de Laramie, esos relatos míticos en los que un jinete que viene de lejos, de otra guerra, desata una nueva en la que persigue a alguien ciega, obstinadamente. En esas ocho líneas, un viejo patriarca de la República de Ioar, no importa en cuál de nuestras guerras –todas testimonian el mismo fracaso–, ordena una venganza, y el texto sigue así: «Sin vestir la yegua, ni quitarle la cría, la montó a pelo agarrándose a sus crines, le metió en los ijares el tacón de la bota y se echó, loco, a correr el paisaje. Halló rastros de cascos herrados, carriles de ruedas de avantrén y supo que el carruaje portaba un soldado cojo y carga con munición. Olfateó desesperado los aires, escuchó atento los vientos por si traían quejido de relinchos, se extravió cien veces por los bosques de encino. Vagando y vagando se perdió y se encontró en dos días larguísimos, hasta que al fin…».
Artículo de Fernando Chivite
Un hombre de aquí
PABLO Antoñana ha sido un hombre de aquí. Pero a su manera, claro. Un escritor marcado por un tiempo cruel. Nació en el 27, o sea que tenía 9 años cuando estalló la guerra. A esa edad se ve mucho. Cuando acabó la guerra tenía 12 años. Es el momento en que uno conforma su universo emocional. Y en el que empieza a hacerse una idea de cómo son y qué hace funcionar a los seres humanos. Toda la obra de Antoñana está atravesada por una especie de amargura. Y por la urgencia de querer aclarar y contar qué demonios ocurrió aquí. Y por qué somos, por desgracia, como somos. Para quienes nos acercábamos a la literatura hace treinta años, Pablo Antoñana era aún una figura a la vez mítica y esquiva. Su nombre iba asociado a la idea del escritor que se aparta. El que toma un camino propio. El que no busca el reconocimiento público porque ha aprendido a ir solo. El que funda su libertad intelectual y su dignidad en eso. Algún tiempo después, sin embargo, tuvo que aceptar, a veces incluso a regañadientes, que le organizaran homenajes y le concedieran premios honoríficos. Pero todo eso estuvo bien, al menos en el sentido de que favoreció la edición y difusión de prácticamente la totalidad de su obra. Ahí está: cualquiera puede acercarse a ella. Hay relatos verdaderamente emocionantes y estremecedores. Habla de aquí, de la tierra, de la identidad, de los desastres de la guerra, de las personas y de los personajes. Su lección ha sido su dignidad. La perseverancia del escritor oculto en una época mala y oscura. Recordaremos su perfil, la chapela grande, la barba. Y la seriedad y la fuerza de sus ojos.
Gara (16-VIII-09)
Fallece el escritor Pablo Antoñana
Pablo Antoñana: una lección de sabiduría y compromiso
El escritor navarro Pablo Antoñana falleció la noche del viernes a los 81 años. Intelectual comprometido y poco cómodo para el poder, columnista mordaz y escritor fecundo, colaboró desde sus inicios con Gara.
«Tenía una prosa violenta, escrita por alguien que sufrió mucho»
A. Bilbao | Donostia
Artículo de Jose Luis Padrón
Inor ez da bakarrik egongo
Bakarrik jaio, bakarrik bizi, eta hil ere bakarrik egiten garela erabat sinistuta nengoen. Pablo Antoñana ezagutu nuen arte. Bere idazle kontu guztien bitartez aurrena, eta gero ere, Félix Marañaren esku zabaletik, aparteko zorte handiz harekin zuzenean harreman maitekorra gordetzeko modua izan dudanean. Zenbat oroitzapen, eta nola gauzatzen den agurraren legea. Antoñanaren heriotza, ez dut besterik buruan, zerbait esan nahian nabil, eta ezin esaldi bat bera ere osatu.
Berria (09-VIII-16)
Agur idazle «erosezinari»
Pablo Antoñana hil da, Iruñean, etxean; bere obrarekin eta, oro har, literaturarekin konpromiso argia izan zuen beti
Gaur 12:00etan azken agurra emanen diote Iruñeko hilerrian, erraustu baino lehen
Edurne Elizondo.
Pablo Antoñanaren heriotzean
Toño Muro - Literatura katedratiko eta Pablo Antoñanari buruzko tesi baten egilea
Ezerezaren lurraldera» azkarregi joan zaigu Pablo Antoñana. Iazko abendutik hona osasun egoera larrian egon da: operazio bat, operatu ondorengo arazoak, erietxean bost hilabeteko egonaldia, etxean errekuperazio luzea... eta ezinezkoa. Idazle originala, berezko estiloa eta pentsaera zituena, galdu dute gure literaturak eta kazetaritzak.
Diario Vasco (16-VIII-09)
Fallece el escritor Pablo Antoñana, Premio Príncipe de Viana 1996
Navarra y sus gentes son el eje central de su obra narrativa y ensayística. Debutó en la literatura con un relato que ganó el Ciudad de San Sebastián en 1961
Félix Maraña | San Sebastián.
El KM donostiarra dedicó al escritor navarro un ciclo de conferencias en 2001
Diario de Noticias (17-VIII-09)
Decenas de personas dieron ayer el último adiós al escritor Pablo Antoñana
En el acto estuvieron presentes familiares, amigos y gente del mundo de la cultura
El próximo miércoles se celebrará una despedida civil abierta, en el Patio de los Gigantes de la calle Descalzos
Sonia Macías
Pamplona. Una despedida sentida y emotiva. Así fue el homenaje que amigos, familiares y agradecidos ciudadanos realizaron ayer en el Cementerio de Pamplona por el fallecido escritor navarro Pablo Antoñana. Numerosas personalidades del mundo de la política y la cultura estuvieron presentes acompañando a la familia del escritor.
Artículo de David Mariezkurrena
Del pueblo y para el pueblo
Tras toda una vida dedicada a la literatura, don Pablo, como rico y generoso legado, nos ha dejado una extensa y muy variada obra. Otros con mejores criterios que los míos sabrán destacar y valorar debidamente sus novelas, relatos, crónicas y otras expresiones literarias que él cultivó. Yo siempre he disfrutado de esa capacidad de crear historias, imágenes y paisajes que encontraba en sus libros, y lo he hecho por partida doble.
Gara (17-VIII-09)
Lagunarteko agur hunkigarria egin zioten atzo, Iruñean, Pablo Antoñana idazleari
«Idazle erostezina» edo «basati eta hezigaitza» bezalako hitzak aurki zitezkeen atzoko egunkarietan, Pablo Antoñana idazlearen heriotzak merezitako oihartzuna izan baitzuen. Etxekoek agurra egin zioten atzo.
Blog de Miguel Sánchez-Ostiz
Artículo dedicado a Pablo Antoñana