Danzas morris, origen y metáfora
Hizkuntza Gaztelera
2007. urtea
214 or.
Pese a que en este momento las danzas folclóricas se consideran materia de escasa trascendencia cultural, lo primero que deseamos destacar es la gran riqueza de alegorías, símbolos y representaciones metafóricas que contienen. Frente a la evidencia como criterio de evaluación, la metáfora tiene un efecto restaurador, pues al proyectar su luz sobre la totalidad del cuadro, disipa las sombras y pasa a realzar los colores originales.
De ahí lo sorprendente que puede resultar una metáfora como la del «moro», ajena en origen y anterior al Islam en varios milenios. En este ensayo se explica las imágenes que cubren estos «moros» habitantes de ciénagas, humedales o moorlands (una «mauretania» o ‘tierra de moros’ en todo igual, si se puede decir, a la Mauretania clásica norteafricana). Los Morris men o bailarines «moriscos» ingleses, con sus tintineantes sartas de cascabeles y bailes de pañuelos, son entendidos aquí como una réplica ritual, ideada contra los insectos que vuelven cada primavera para presentar una nueva batalla. En la tradición, los Morris men se han visto acompañados de dos máscaras interesantes: el fool o ‘loco’ y el hobby horse o ‘caballito con faldas’. De las metáforas que cubren ambos figurantes se da cumplida cuenta. En el panorama folclóricos europeo los Morris men y acompañantes no están solos, grupos ceremoniales similares son los calurari rumanos o los ezpatadantzaris vascos, danzantes rituales conformados para dar la respectiva réplica al agobiante azote que suponen la langosta o el tábano.