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 Osasuna

D.N.

Diario de Noticias: ¿Cuál es el objetivo del libro y por qué debería leerlo un aficionado rojillo?

V. Moreno y F. Mikelarena: Pues es un ensayo histórico, político y deportivo que bucea en las aguas, tanto superficiales como subterráneas, de un club y de un equipo que, con el tiempo, sería convertido a partir de 1936 en seña de identidad de Navarra, más o menos compartida por sus ciudadanos.

El lector, aficionado rojillo o no, se encontrará con segmentos de esa historia tan curiosos como conflictivos: origen de Osasuna –nunca la fundó un individuo, como dijo un periódico–, la paternidad de su nombre –todavía hay quien le niega su autoría a Cilveti– y la presencia de equipos locales y asociaciones deportiva sin los cuales Osasuna nunca habría llegado a ser lo que fue; los perfiles de las juntas directivas desde 1920 a 1939; fichajes controvertidos, enfrentamientos de jugadores con el club por cuestiones económicas; el estatus de los futbolistas amateurs y profesionales; las relaciones de la prensa y los cronistas deportivos, ninguno tan avieso y autoritario como Goicoechea, que se creía con poder ordenar y mandar en el club desde el periódico; y, finalmente, la eclosión política fascista del club en 1936 que condujo a la muerte a directivos, jugadores, periodistas como Lamas y represión de trabajadores del club o de periodistas que tanto dieron por el club como Marcos Aizpún, y hermano de Eduardo.

¿Cómo ha sido la labor de documentación?

Ardua y tenaz. Lectura de periódicos locales desde 1908 en adelante: El Eco de Navarra, El Pensamiento Navarro, Diario de Navarra, El Demócrata, El Pueblo Navarro, Radica, La Voz de Navarra, ¡¡Trabajadores!!, Democracia, Hoy y Arriba España. Semanarios como Crónica, As, Mundo Deportivo. Periódicos de fuera: Heraldo, El Liberal, Luz, El Sol, La Nación, Tierra Vasca, Excelsius, Euzkadi Roja, Unión, La Nación, La Gaceta del Norte… Junto con ello, lectura de ensayoss relacionados con el fútbol publicados por especialistas acerca del fenómeno sociológico y político del fútbol. Junto con ello un minucioso «vaciado» de los archivos del AGN relativos a la depuración y represión en los años de la guerra. Y, en ocasiones, intercambios epistolares con algunos hijos de osasunistas, como Verónica Urreaga, hija del portero José Urreaga, que terminó como «dirigente» en la Naviera Aznar. Circunstancia que aprovechamos para decir que Urreaga no nació en Pamplona –como dice la web oficial del club–, sino en Filipinas.

¿Creen que ha habido un interés por ocultar a los directivos de izquierdas de los primeros años de Osasuna y que ahora se están recuperando con obras como Rojos, Ramón Bengaray o Osasuna 1936?

Convendría aclarar, primero, que los fundadores de Osasuna no fueron «ni comunistas, ni socialistas, ni republicanos». Fueron, ya lo dijo uno de sus cronistas, Jokintxo, en su mayoría unos señoritos, algunos de ellos terminaron siendo abogados, periodistas, peritos agrícolas, dentistas y farmacéuticos. Y nunca entre ellos hubo un roce político.  Segundo. Las juntas directivas de Osasuna, desde 1920 hasta 1936, nunca tuvieron sesgo político alguno. En un momento, el periódico carlista Radica acusó al club de hacer política nacionalista, pero le salió el tiro por la culata. Y tuvo que desdecirse. Jamás las juntas directivas de Osasuna, tampoco las que presidieron Bengaray y Cayuela, fueron acusadas de ser de izquierdas, aunque a Cayuela se le zahirió «deportivamente hablando» de una manera bárbara y cruel desde las páginas de Diario de Navarra.
Y tercero: Bengaray, Cayuela y Cilveti no fueron asesinados por ser dirigentes de Osasuna, sino por ser republicanos. Fueron políticos de izquierda, pero nunca directivos izquierdistas del club.
El interés por la ocultación de estos nombres ha sido paralelo al desinterés que el poder político local de Diputación ha mostrado por todos aquellos que fueron asesinados, represaliados, dentro y fuera de Navarra, en la Guerra Civil y en años posteriores, casos de Tell y de Lerín. Y los directivos del club estaban políticamente en connivencia con el franquismo. Goicoechea llegaría a ser presidente de Osasuna y alcalde de Pamplona.

¿Cómo era Osasuna en 1936 y cuáles son los principales protagonistas de esta época en el club?

Si ciframos la atención en la temporada de 1935-1936, la junta directiva de Osasuna estaba en manos del mecenas Ambrosio Izu Balmori, respaldado por personas como Antonio Lizarza, Lazcano, Taberna y P. Archanco, entre otros. Habían heredado un club recién subido a primera división, con un entrenador emblemático, Emilio Urdíroz, hermano de Martin y de Filomeno, asesinado en 1936. Esta nueva directiva fue aplaudida y elogiada por toda la prensa, pues la inyección económica que el navarro-indiano Izu, nacido en Biurrun, había dado al club hacía presagiar que Osasuna se comería al mundo. Pero lo cierto es que esa temporada bajó a segunda división. Su periplo directivo terminó con el 18 de julio de 1936. Pero, a pesar de que algunos directivos, caso de Lizarza, tenían conocimiento del golpe, en todo momento dieron sensación de normalidad. De hecho, se convocaría una junta directiva el día 16 de julio a celebrar el día 24.
Hay que indicar que a esta junta directiva en ningún momento se podría calificar de fascista. Paradójicamente, será esta misma junta, casi con los mismos directivos quienes, durante la Guerra Civil –tiempo en el que también jugó Osasuna para «dar sensación de normalidad en la vida cotidiana»– y a partir de 1939, secuestre al club para convertirlo en una plataforma política franquista y, con el tiempo, franquista y nacionalcatólica.

¿Cómo se explica que hubiera incoherencias internas dentro de la propia directiva, con miembros claramente de derechas (Lizarza) y de izquierdas?

Nunca hubo tales incoherencias en la directiva. Esta funcionó siempre al unísono, porque sus intereses eran únicamente deportivos y económicos. Nunca políticos. Ese fue siempre un signo de la directiva del club: la compatibilidad entre gentes que en la vida cotidiana eran carlistas –recuérdese que en 1931, el día 3 de diciembre, Lizarza asaltó la Diputación, haciéndolo como requeté– y otros de izquierda republicana, caso de Cayuela, que en la prensa, en nombre de su partido, Izquierda Republicana, defendía el artículo 26 de la Constitución contra las congregaciones religiosas. Eso nunca fue óbice para discutir acerca de si convenía o no el fichaje de Baraibar o del homenaje a Muguiro, o de subir el sueldo a los hermanos Bienzobas o a Catachú o a Vergara. Los directivos hablaban con el lenguaje del fútbol, no con el de la política.

¿Por qué no se pudo proteger de la represión a directivos de izquierdas como Bengaray, Cayuela o Zilbeti?

Pues por lo mismo que no se pudo proteger a los 3400 asesinados republicanos, socialistas, ugetistas, etcétera, asesinados en la retaguardia, pues aquí ni siqueira había frente de guerra.

Pese a ser una directiva de izquierdas, todos los jugadores de Osasuna fueron reclutados para el frente. ¿Cómo se explica esto?

Primero. No hubo nunca una directiva de izquierdas de Osasuna. Menos en 1936. Las juntas estaban formadas por un variopinto conglomerado de personas cuyas ideologías eran todas de distinta madre. Si las juntas directivas pudieron funcionar fue porque no eran un sindicato o un partido político. Su único objetivo era que Osasuna fuera el mejor equipo del mundo mundial. La junta directiva que adviene tras el golpe militar, al ser toda ella ideológicamente homogénea, convierte Osasuna en una prolongación de esa ideología.
Segundo. Los jugadores de todos los clubes fueron reclamados por el ejército. Y los jugadores de Osasuna que se alistaron junto al requeté no consta que lo hicieran de modo voluntario, excepto en los caso de Bezunartea y Urrizalqui, Urreaga y Aranaz, que apostaron claramente por el Movimiento.

En 1939, Osasuna tuvo que jugar un partido de promoción ante el Atlético Aviación cuando se le había prometido un puesto en Primera División por méritos de guerra. ¿Por qué aceptó Osasuna esta decisión?

Porque la junta directiva era fascista. En años anteriores, se quiso hacer la misma jugada aunque por motivos diferentes, y la directiva, presidida por Cayuela, se negó en redondo a que Osasuna se le tratara de forma privilegiada. En 1939, tanto los directivos -los jugadores nunca dijeron nada-, como la prensa del momento, en especial, El Pensamiento Navarro, Arriba España y Diario Navarra, arremetieron duramente contra la Federación Nacional y el Comité Olímpico, que presidía el general Moscardó. A Osasuna, un militar, llamado Julián Troncoso -que había ejercido como terrorista en el Frente Norte-, y Presidente de la Federación Nacional, casado con una navarra, prometió en el cargo que Osasuna permanecería en primera división a pesar de haber quedado el último en la liga. Y ello por los méritos contraídos, no por Osasuna, sino por Navarra en el Alzamiento Nacional. Cuando llegó el momento de hacer efectiva esta concesión, el Atlético Aviación, que había quedado penúltimo, removió el panorama deportivo para que no se cometiera tal cacicada. A Osasuna se le reconoció que tenía derechos jurídicos para quedar en primera, pero no derechos deportivos, y que fueron, finalmente los que prevalecieron. Como quiera que el Oviedo se retiró de la competición, por quedar su campo de Buenavista completamente destrozado por los aviones fascistas, Moscardó y su equipo decidieron que el Atlético y Osasuna jugaran un partido en Valencia para dirimir quién ocuparía el lugar del Oviedo. La que armó la prensa navarra fue la de Waterloo. Para mayor desgracia, después de haber montado un escándalo como jamás se había conocido en los anales del club, Osasuna perdió el partido y se fue a Segunda…

¿Qué cambió en Osasuna después de 1936? En el libro se dice que la junta directiva utilizó al equipo como una manifestación de la ideología franquista. ¿Por qué?

 El asunto es más complejo. Osasuna como club pasó a formar parte de la identidad política de quienes lo dirigían que eran carlistas y falangistas, y, finalmente, franquistas. Los valores que estos defendían estaban asociados íntimamente con el “navarrismo” y el nacionacatolicismo. Tanto es así que poco les faltó por añadir que Osasuna era un club confesional católico. El detalle de no fichar a jugadores vascos porque habían jugado en la selección de Euskadi reflejaba nítidamente cuál era el talante totalitario e integrista con el que se movía la identidad del club. En 1952, la junta directiva nombró a San Francisco Javier patrono capitán del Club. Y, bueno, hay que reconocer que en esa temporada Osasuna subió a primera división aunque solo por un año.

Después de analizar su historia, ¿diría que Osasuna es un club de derechas o de izquierdas?

En las polémicas sobre esta asunto, que prodigaron los periódicos Euzkadi Roja y Tierra Vasca, nunca se expresaron en esos términos de izquierdas y derechas. Hablaron de un Osasuna fascista o no. Era el contexto político de 1936. Pero en este asunto convendría distinguir al club, a los jugadores y a los socios. Se entiende que todos ellos en su conjunto forman lo que comúnmente se denomina Osasuna. Ahora bien, ¿cómo reducir estas tres entidades distintas al mismo común denominador ideológico cuando los individuos que las formas son tan plurales y tan diversos en su praxis cotidiana? Por ejemplo, ¿cómo saber que los jugadores de Osasuna que se fueron al frente eran fascistas? Y la masa social de Osasuna, ¿puede reducirse su conglomerado ideológico a un solo postulado político? Sabemos que no. Por el contrario, solo su directiva podía hablar de que Osasuna representaba los valores esenciales de la Navarra siempre católica. ¿Por qué? Porque era una directiva que en su vida ordinaria comulgaban con tales principios.