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Cómo sé que valgo para escritor

Ensayo y Testimonio nº 144
/ Castellano
/ año 2013
/ 384 páginas
Descripción

Cualquiera puede llegar a ser escritor. De hecho, han conseguido dicho título nombres como Rosa Regás, Almudena Grandes, Pérez Reverte y Zoé Valdés, entre otros. Lo que constituye un buen aviso para navegantes de secano: ser escritor lo puede ser hasta Molina Foix. Lo que, en principio, anima al más negado que persiga obtener dicho título.

Ser escritor es lo más fácil de este mundo, pero no lo es que te consideren como tal. Puedes reunir en tu persona todas las cualidades y virtudes, manías e intenciones que caracterizan al escritor. Pero si la sociedad literaria no te admite en su seno, ya puedes escribir novelas mejor que Soledad Puértolas y Fernando Savater que nadie te tendrá como un escritor de raza.

Casi todo es asunto de legitimidad. En el principio, en el medio y en el final está, desde luego, el talento, pero como este no sea legalizado y legitimado por los poderes fácticos de la llamada sociedad literaria, sea bestselleriana o de la otra, te morirás en Salamina o en las Termópilas sin que la vitola del escritor cuelgue sobre tu pechera.

Muchos se han pasado la vida escribiendo, pero no han llegado a ser escritores de verdad, pues ninguna autoridad literaria los ha bendecido como tales. De puertas adentro, cualquiera que escriba tiene el derecho inalienable a llamarse escritor. Pero para que dicho título tenga validez, necesitará el aval de la sociedad literaria y satisfacer cierto vasallaje. Cumplido este, es posible que te nombren caballero de Alfaguara o de Anagrama, del Planeta o del Cervantes.

«Las tecnologías “librescas” tendrán que crecer un poquito más para convertirse en una oposición seria que le haga un feo de verdad a Gutenberg»
La Otra Mirada de Cálamo (9-02-2014)

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