Déjenme que les diga que este Pablo Antoñana, barbado y emboinado, un lujo literario para el Viejo Reyno de Navarra, que suele desconfiar de sus mejores gentes, era un andasolo, en mote de su tierra. Así lo ve, otro que tal, otro escritor, barbado de otra forma, que no hay –dicen– dos barbas iguales, ni tampoco –dicen– dos caracteres similares, Miguel Sánchez-Ostiz, andasolo él mismo y a su modo, y que ha escrito con las tripas un estupendo libro, Lectura de Pablo Antoñana (Pamiela, Pamplona, 2010). Su lectura, desde luego, pero de lectura obligada.
Javier Goñi. Divertinajes.com - El pizarrín