NUEVATRIBUNA.ES 13.08.2010
Fue una de las mayores matanzas de la Guerra Civil perpetradas por el bando sublevado a las órdenes del General Yagüe, conocido como el ‘carnicero’. Los asesinados se contabilizan en miles. Legionarios y moros convirtieron la ciudad en un baño de sangre.
La madrugada del 14 de agosto de 1936 Badajoz vivió el horror. Las fuerzas sublevadas de Francisco Franco tomaron la ciudad y aniquilaron a civiles y militares defensores de la II República. Los historiadores sitúan este episodio de la Guerra Civil española como uno de los más cruentos de la contienda. Aunque no existe una cifra oficial de muertos, algunas fuentes apuntan entre 2000 y 4000 asesinados. La Plaza de Toros fue el escenario sangriento de un espectáculo terrorífico que continuó la mañana del 15 de agosto. Este año se cumple el 74º aniversario de la masacre.
“Los moros, sueltos como perros rabiosos y armados hasta los dientes, cayeron sobre la ciudad martirizada y asesinaron alevosamente a todo aquel que se aventuraba a salir a la calle. Cayó mucha gente inocente, mujeres indefensas, hombres que no habían combatido, niños y ancianos. Hubo quien murió acuchillado simplemente por llevar un reloj o una cadena de oro que despertaba la codicia de los mercenarios moros al servicio del fascismo español. En Badajoz se vieron cadáveres con cuchillos clavados hasta la empuñadura. Las cifras que puedan avanzarse pecan desde su origen, ya que nunca se han hecho estadísticas de los muertos de Badajoz. No obstante, se ha hablado de un millar de muertos en la primera jornada. Y este crimen lo hicieron los moros y los legionarios.”
Así lo contó con toda crudeza Rafael Tenorio en un artículo reproducido en la web Kaosenlared.net, que cita al periodista norteamericano Jay Allen, del Chicago Tribune y del News Chronicle testigo de la matanza, que cifró en 1.800 las ejecuciones en las primeras doce horas y escuchó cómo algunos oficiales rebeldes hablaban de 4.000 muertos. Al mando estaba el general Juan Yagüe quien se ganó a pulso el apodo del ‘carnicero de Badajoz’. En el artículo citado se le califica de “terrorista” y “genocida” que “como tantos otros, no tuvo su Nüremberg”.
Fue una matanza narrada por la prensa internacional. Allí estuvieron cinco periodistas, además de Allen (en cuya crónica reconoció que había sido la historia “más dolorosa” que le había tocado escribir). También estuvieron Jacques Berthet, de Le Temps; Mario Neves, del Diario de Lisboa; el francés Marcel Dany, de la Agencia Havas; el norteamericano John T. Whitaker, del New York Herald Tribune; y el fotógrafo y camerógrafo francés René Bru.
Sus crónicas y artículos son testimonios de excepción de unos hechos cuyas huellas se han borrado. La Plaza de Toros de Badajoz fue derribada bajo el Gobierno del socialista Juan Carlos Rodríguez Ibarra; y la tapia del cementerio, donde también se fusiló a muchos ciudadanos inocentes ha sido tapiada por un muro por orden del ayuntamiento gobernado por el PP. Distintos colectivos de la memoria y de derechos humanos intentaron hace un año que los dos lugares fueran declarados Patrimonio de la humanidad.
http://www.nuevatribuna.es/noticia/38488/SOCIEDAD/badajoz-ti%C3%B1%C3%B3-sangre-brutal-represi%C3%B3n-agosto-1936.html
http://www.youtube.com/watch?v=uPUyy5MCjww