nuevatribuna.es, 27/06/2010
En 1954, el matemático británico Alan Turing, nominado al título de padre de los ordenadores, se suicidó tras ser condenado bajo la acusación criminal de “comportamiento homosexual en privado”…
Le ofrecieron una pena de dos años de prisión (podemos imaginar cómo sería recibido un hombre culto, refinado y homosexual en esas cloacas humanas) o someterse a un tratamiento de inyecciones hormonales que hincharía sus pechos y lo castraría químicamente… con el objeto de su “curación”.
Turing fue el cerebro que descifró el código alemán Enigma. Gracias a su prodigiosa inteligencia, los aliados conocieron los planes nazis durante encarnizados periodos de guerra mundial.
Tal vez deberíamos estar más agradecidos a su mente que al coraje de Churchill, Ike Eisenhower o Roosevelt. Concluida la contienda mundial, cuando el papel de Turing dejó de constituir alto secreto, debería haber sido ensalzado como salvador del mundo y convertido en caballero del Imperio británico.
Sin embargo, los “defensores de la fe verdadera”, los “Ratzingers”, “Roucos” y “Martínez Caminos” de Gran Bretaña juzgaron que era un “hombre de conducta desordenada contraria al orden moral”, y que debía pagar por su “crimen cometido en privado”… como siempre, los moralizadores se preocupan ávidamente por lo que otras personas hacen (o piensan) en privado. Y tienen que “curarlos”.
Y en nuestros días siguen abundando estos talibanes, como Fred Phelps, pastor de la iglesia bautista de Wesboro e individuo obsesionado con la homosexualidad. Cuando falleció la viuda de Luther King organizó una manifestación en su funeral con pancartas que proclamaban: “Dios odia a los maricones y a quienes los ayudan”.
Con un altavoz perturbó aquellas exequias lanzando gritos del tipo de: “Dios odia a Coretta King y ahora está atormentándola con fuego y azufre en algún lugar donde el escorpión nunca muere y el fuego jamás se apaga, y donde el humo de su tormento ascenderá para siempre jamás”.
Según su propia web, el pastor Phelps ha organizado más de veinte mil actos antihomosexuales desde 1991 en los que se exhibían carteles con el lema “Demos gracias a Dios por el SIDA”. En la misma web pueden consultarse contadores que van computando el número de días de tormento en el infierno que sufren conocidos homosexuales muertos.
El odio de la religión hacia la homosexualidad es pródigo en ejemplos. En el Afganistán de los talibanes, el castigo oficial para la homosexualidad es la ejecución, mediante el eficaz método de enterrar vivo al reo bajo un muro de piedra.
Recientemente, Gary Potter, presidente de Católicos para la Acción Política Cristiana ha manifestado: “Cuando la mayoría cristiana tome el control de EEUU, no habrá más distribución libre de la pornografía, no se hablará de los derechos de los homosexuales. Cuando la mayoría cristiana tome el control, el pluralismo será percibido como algo malvado e inmoral y el Estado no permitirá el derecho de practicar la maldad”.
Para toda esta caterva de fanáticos, “malo” no significa que algo acarree consecuencias perniciosas. De hecho, las conductas privadas no suelen trascender. Pero consideran “malo” aquello que no concuerda con sus pensamientos “cristianos”.
Y los casos aludidos no constituyen ejemplos aislados. Se extienden por miles en EEUU. En Europa, y concretamente, en España durante un tiempo aparentaron sentir algo de vergüenza (dudo que alguna vez la tuvieran), pero ahora luchan por resurgir.
Sí, buscan estigmatizar a quienes no se someten a sus dogmas supersticiosos. Para ello cuentan con el apoyo de no pocos políticos, la mayoría de la derecha.
Pero a quienes apostamos por la libertad, los derechos humanos, la concordia y la democracia (la laicidad, en suma) nos corresponde desenmascarar el peligro que supone la religión cuando invade los espacios públicos e intenta entrometerse en las conductas libres de los ciudadanos.
Gustavo Vidal Manzanares – Jurista del cuerpo Superior de Técnicos de la Administración. Últimamente ha publicado los siguientes libros: Masones que cambiaron la historia (EDAF) y Pablo Iglesias. La vida y la obra del fundador del PSOE y UGT (Ed. Nowtilus). Es maestro masón y colabora en diferentes medios