EGUNKARIA DESDE LEJOS
Joan Mari, ya sabes cómo me alegro del resultado. Vaya un abrazo desde tierras bolivianas.
CON satisfacción acabo de leer el fallo de la sentencia del caso Egunkaria sobre el que hemos escrito mucho desde hace años.
Esperábamos que la sentencia fuese absolutoria, desde hace mucho, desde hace demasiado como para poder hablar de efectividad de la justicia.
Han sido siete años de condena efectiva para los encausados que, en la práctica, el fallo no enerva.
Los encausados han sido positivamente penados desde el momento mismo de su detención: las circunstancias criminales de esta, la condena mediática, los perjuicios económicos, sociales y particulares, el tiempo excesivo de instrucción y vista para sentencia…
En la sentencia, al margen del relato de las bochornosas diligencias de investigación y de la firme descalificación de las pruebas acusatorias, impropias de un estado de derecho, hay dos detalles a mi juicio extraordinariamente relevantes:
El primero es que la sentencia reconoce de forma explícita-implícita que hubo malos tratos y torturas (Fundamentos de Derecho 4.1). Todo un hito.
Y el segundo es que la sentencia (Fundamentos de Derecho 0) establece que no solamente el cierre temporal de un medio de comunicación impreso es de difícil encaje en nuestro ordenamiento jurídico, sino que el cierre no tenía cobertura constitucional ni, en el fondo, justificación alguna.
La pregunta que queda en el aire, es ¿quién responde de los muy cuantificables daños causados?
UNA, GRANDE Y LIBRE
ESTA es la rotunda, notoria y cuidada decoración de la fachada de la Casa de España, en la avenida Camacho de la ciudad de La Paz, ex capital del Estado Plurinacional de Bolivia.
Sería mera retórica decir que llama la atención que tal cosa figure a estas alturas en un edificio propiedad del estado español, con ley de Memoria Histórica o sin ella de por medio, y señalar la ilegalidad ofensiva de esa decoración cuando todavía las fosas del franquismo son una cuestión de justicia pendiente.
“Garzón o su porquero”, por Javier Eder.
Artículo publicado en http://vivirdebuenagana.blogspot.com/