A la contra
Viernes, 12 de febrero de 2010
EL ser humano evoluciona. Ahí tenemos a Maiorga Ramírez, que de tener rizos ha pasado al pelo liso, de los caracolillos a la fregona en la cabeza en un santiamén. O Francisco Jauregia Mangado, que a razón de 150.000 euros de los que algo le caerá arreglará lo que nació desarreglado. Es un buen sistema el de hacer obras chapuceras y que luego te encarguen arreglar tus chapuzas y además te paguen. Dicen que lo pagará Baluarte. Si no fuera porque Baluarte recibe 150 millones de pesetas al año de dinero público que sumar a sus ingresos -de los que habrá que descontar la minuta de tapar las escaleras- nos creeríamos que no le estamos pagando otra vez entre todos a Mangado su incompetencia, como ya sucedió con el adoquín. Otra de las características que suele venir unida a la incompetencia, o si no incompetencia cuando menos sí la incapacidad para reconocer los errores, es andar por la vida con la idea de que el resto de las personas son gilipollas o cuando menos limitaditas. Ocho años después de presentarse al Concurso de Ideas para construir un Museo de los Sanfermines y de que su proyecto quedara entre los ocho preseleccionados -vayan a su web, pinchen en estudio, en premios y distinciones, en 2001 y ahí está- pero no resultara ganador, declara para quien le quiera escuchar -que ya son ganas- que “veo el Museo de los Sanfermines un sinsentido. No veo cómo se puede musealizar los Sanfermines, la propia fiesta”. Esto es, se presentó a un concurso sin sentido ninguno pero con minuta y como no se hizo con la minuta ahora trata de desprestigiar lo que él mismo hubiera abanderado encantado de la vida y de la cartera. Por tanto, sus opiniones sobre el museo nacen viciadas de antemano y sirven para lo que sirven, para reírse un rato de lo curiosa que es la evolución humana.
Opiniones, quejas y sugerencias en:
www.nagorefraucaalacontra.blogspot.com
Artículo publicado en Diario de Noticias de Navarra