Iñaki Sagredo historiador, autor de “navarra. castillos que defendieron el reino”
Con ‘El Reino de Pamplona (810-1173) La Rioja, La Riojilla, La Bureba, Cantabria’, Iñaki Sagredo cierra una colección, ‘Navarra. Castillos que defendieron el Reino’, que ha tenido una excelente acogida entre el público por la calidad de su documentación y sus fotografías aéreas
PAMPLONA. ¿Qué nos cuenta este cuarto y último tomo de la serie?
Hablamos de los límites que tenía el Reino de Pamplona entre los siglos IX y XII. Y, como siempre, incidimos mucho en lo que fueron y son las fortificaciones construídas en la época, aunque también hemos prestado especial atención a la toponimia, con la colaboración del experto Eduardo Aznar Martínez. En resumen, con documentos históricos y con otros elementos como los topónimos o los nombres en euskera, demostramos que los límites que tenía el viejo Reino coinciden a la perfección con lo que eran los castillos y la tenencias.
¿Qué límites nos marca este libro?
En tiempos de Sancho III el Mayor y de sus hijos, llegábamos hasta cerca de Santander, además de toda La Rioja y la zona de La Bureba, en las proximidades de Burgos. Mostramos castillos y restos que hay en esos territorios y explicamos qué señores había en cada tenencia.
Quizá, los castillos que aparecen en este tomo son especiales porque, hoy en día, pocos navarros los tienen en mente como parte de su patrimonio.
Eso es. Sentir orgullo de lo que fuimos está bien. La gente desconoce mucho su historia porque los libros de historia locales son muy poco frecuentes. En el colegio te enseñan la historia de España y apenas se conoce que hubo un tiempo en que el viejo Reino tuvo un territorio muy extenso. Además, muchas veces se dice que esos límites se debían a la dominación y la conquista de los reyes navarros, y nada más lejos de la realidad, porque todo ese territorio lo ocupamos enseguida, en treinta o cuarenta años. En aquellos tiempos, en los que todo se solucionaba a base de espadazos, estas tierras se integraron rápidamente y sin grandes problemas porque sus habitantes compartían un estrato cultural, un mismo idioma…
¿Tenían la sensación de formar parte de un todo?
Sí, y hay hechos que lo demuestran. Por ejemplo, incluso 200 años después de que La Bureba fuese conquistada por Castilla, los comerciantes de la zona pidieron al rey que les diera permiso para hablar en euskera en los mercados. Aquí no sólo estamos hablando de castillos y de libros de historia, sino también de lo que realmente era una cultura. Ése ha sido nuestro afán principal con éste y con el resto de los libros de la colección.
En definitiva, ¿se trata rellenar los huecos que la historia contada hasta ahora ha ido dejando?
Es la idea principal. Nos hemos metido en un ámbito del que apenas se había escrito nada. Se conocían los límites del Reino, cómo llegaron los reyes… Pero nosotros hemos ido más allá, a buscar y plasmar la historia física. Es decir, no se trata de hablar de un lugar en la distancia y en cuatro líneas, sino que de acercarnos a él, sobrevolarlo, ver las piedras y mostrarlas. En definitiva, lo que hemos pretendido con todos nuestros libros es que la gente palpe la historia de Navarra a través de fotografías y de documentos; que no se quede en una simple mención.
De todos los castillos que analiza en este tomo, ¿cuáles son los que más le han llamado la atención?
Hay algunos castillos espectaculares. Por ejemplo, en La Rioja quedan los de Nájera, que están muy bien, y el de Clavijo, que es precioso, al subir el monte te encuentras sólo con un muro, y detrás no hay nada, sólo el precipicio. Además, ver las construcciones de la costa, la de Castro Urdiales y otras, resulta curioso.
Como en otras ocasiones, y como plasma en el libro, la fase de documentación habrá sido muy intensa.
Sí, hacemos un estudio de todas las tenencias y los tenentes desde tiempos de Sancho Garcés hasta Sancho el Sabio. Analizamos todas las fortificaciones y estudiamos cómo estaban ubicadas en determinados puntos para proteger las fronteras. El trabajo de bibliografía, de lectura de libros y de documentos históricos siempre es muy intenso.
Sin olvidar lo importante que son las fotografías, en especial, las aéreas.
Sí, y nos hemos encontrado con situaciones curiosas, porque, por ejemplo, cuando visitamos la sierra de Toloño, la gente de Laguardia nos decía que estaba sorprendida porque los aviones militares de la base de Logroño tenían prohibido volar por allí porque hay unas corrientes que ascienden y descienden muy bruscamente contra las peñas. Y nosotros lo hicimos con el autogiro, que es una cáscara de nuez, revoloteando por la zona. Esto de los vuelos tiene su dosis de peligro y de aventura, pero lo importante es el resultado final.
Un resultado final, el de los cuatro libros, que ha tenido una excelente acogida por parte del público. ¿Se esperaba semejante éxito?
Esperaba que el primero tuviera aceptación, porque, al fin y al cabo, a todo el mundo le gusta que hablen del castillo de su pueblo. Pero, al final, parece que la colección ha enganchado. Creo que, en parte, es porque la política actual intenta marcar las fronteras entre lo que hoy es Navarra, Guipúzcoa, Aragón, La Rioja… con la intención de diferenciar claramente los territorios. Y lo bueno que tienen estos libros es que no tienen fronteras; nos da igual que un castillo esté aquí o en Guipúzcoa, lo consideramos por igual. Quizá ése ha sido el éxito de la serie, que se ha saltado las fronteras artificiales y políticas y ha abarcado un territorio cultural, y los castillos son sus mojones.
¿Qué balance personal hace de todos estos años de trabajo?
El balance es positivo, porque hemos abordado una temática que apenas se había tratado. Y lo que más me satisface es que, de algún modo, hemos animado a ayuntamientos a realizar trabajos de rehabilitación y de recuperación de su patrimonio. Saber que hemos completado el trabajo es agradable y en este punto quiero dar las gracias a la editorial (Pamiela), porque, de entrada, era una apuesta arriesgada y cara y la hicieron.
¿Y ahora qué?
De momento, después de hacer cuatro libros en tres años, toca un poco de descanso. Por supuesto, seguiré con otras investigaciones, porque en la historia de Navarra quedan muchos temas por estudiar y difundir, y este formato es muy interesante, pero no tengo nada concreto aún.