Barcina, que habló en Madrid del III Reich. No iba a hablar de su purga laboral, de sus decenas de despidos vía fulminante SMS, hace justo un año en la cocinas hospitalarias. No iba a hablar de esa efemérides de su reynado. No iba a hablar de que, un año después de su hazaña, el terror del Reyno sigue imperando en la sanidad pública y se cierne, entre otras especies amenazadas, sobre los trabajadores de la limpieza. No iba a hablar del terror laboral del Reyno. Habló del III Reich, del tercer reynado del Sacro Imperio Germánico. Dijo Barcina en Madrid que Alemania logró en 70 años trasformar el apoyo mayoritario al III Reich en un rechazo masivo. Eso sería porque Barcina no es alemana. 70 años después de que el general Franco pusiese el retrato de Hitler en su despacho de Burgos y de que el general Mola desatase en Navarra el exterminio programado de concejales republicanos y demás gente de conducta impropia, la por entonces alcaldesa Barcina declaró a la prensa que ella no condenaba crímenes de cuando ni siquiera había nacido. De eso no se ha apeado casi 80 años después. Cuando Fernando Sebastián, aquel arzobispo risueño bajo el tricornio (por estos pagos la naturaleza siempre supera a los esperpentos de Valle-Inclán) que ha vuelto para hablarnos de conductas impropias, donó al ayuntamiento de Pamplona el Monumento a los Mártires de la Cruzada (salvo la sagrada cripta con los sepulcros de los generales golpistas Mola y Sanjurjo), Barcina, tan lejos de Alemania, maniobró de la manera más tramposa para que el lugar siguiese llevando el nombre de otro golpista en buena sintonía con el Reich: el conde de Rodezno. Hoy sabemos que el III reynado fue poco más que pura fachada y puro terror. Sueños imperiales y ardores guerreros escondían la más completa ineptitud. El Reich quedó atrás y Barcina aludió a ello en Madrid. No iba a hablar en la Villa y Corte de su ineptitud ni de los terrores laborales que en el sector público, hoy como hace un año, se viven en el Reyno.
Fuente: Noticias de Navarra