EL Camino, el de Santiago –the Way, no el de Escrivá–, es la resurrección y la vida económica: quien transite por él revivirá. Tal pareció ser el pensamiento único de los parlamentarios en la comisión de cultura del miércoles. Por cultura se entiende eso: the Way is guay, noches embrujadas en los paradores de España, donde los diablos que visten de Prada dejan sus caudales… Así que como Iratxe –el monasterio donde la carcunda navarra inventó las javieradas y el vía crucis de Montejurra– está en el Camino, la abrumadora mayoría parlamentaria instó al Gobierno central a no dejar de llevar el monasterio desde su actual nada hasta Prada: a convertirlo en un exclusivo parador. De lo que los parlamentarios no dijeron ni Pamplona es del destino del Museo Etnológico de Navarra Julio Caro Baroja, durante años almacenado en el monasterio, luego empaquetado y depositado en una nave industrial de las afueras de Estella. El propio Caro Baroja promovió hace más de medio siglo la creación de tan desventurado museo. Los bultos errantes del museo imposible deambularon durante lustros por la comarca pamplonesa. Hace veinte años empezó a parecer que se quedaría en Iratxe, pero llegó la genial y muy electoralista ocurrencia del parador y vuelta a empezar. En nombre de la cultura se empaquetó todo de nuevo, se habló de una próxima y definitiva parada –a precio de un Potosí– en Estella y hasta hoy. Hace un año, camino de su gran canonjía, un muy sarcástico Miguel Sanz declaró que el Museo Julio Caro Baroja seguía siendo un proyecto «preferente». No tan preferente como el museo sanferminero que fue condición previa para la formación del Gobierno bicéfalo. Por lo demás, el miércoles, las voces gubernamentales de la comisión de cultura dijeron que no se animaban a reclamar la titularidad del fuerte de San Cristóbal. ¿Por qué no, si ahí cabrían todos los museos del Reyno hechos y por hacer? Hasta cabría un ramal del Camino con parada y fonda para quienes nos llevarán de la nada a Prada.
Javier Eder en Pamiela.com
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