YO a la clase de Teología cuando dieron lo de Dios es uno y trino no falté, no podía permitirme ese lujo. De hecho, creo que hice Periodismo solo por ese instante. Les avisé -les rogué- a Javi, Idoya, Ana, Noelia y Cristina que estuvieran al loro cuando el cura dijera que tal día se iba a dar lo de Dios es uno y trino y que me avisaran, para que yo hiciera pella y fuera. Es que no tiene nada que ver leer eso en papel que oírlo en carne mortal, a aquel buen hombre. Que no tengo nada contra creer, pero eso ya escapa a mi comprensión. Fui, le escuché con todo el organismo y supe que el esfuerzo había valido la pena: el padre, el hijo y el espíritu santo son lo mismo. Lo mismito. Eso lo oyes una mañana de clavo y no levantas cabeza en meses. Qué digo meses, en eras. Y lo dijo. Y me lo creí. Coño, no paga uno un pastarro para no creer lo que le dicen a uno. Y me lo creo. Guardo aún los apuntes de Javi con su maravillosa letra en la que viene aquello y cuando me noto bajo -de moral, de lo otro soy- lo releo y desaparece la niebla y las palomas del tejao se convierten en Emmylou Harris cuando era morena y Joni Mitchell siempre. Por eso entiendo a Lizarbe cuando dice que el Señor Cangrejo estuvo en la manifa de UGT y CCOO “de espíritu”. No solo le entiendo, es que le apoyo. Y se lo agradezco, mucho, que nos diga estas cosas, que nos abra esa luz que tanto necesitamos y que porte la antorcha tras la que marchamos, todos juntos en unión, hasta la victoria final, siempre, unos y trinos y trinando si hace falta, camino al horizonte infinito, recorte a recorte -en mi pueblo a las hostias de misa les llamamos recortes-, guiados por nuestro Dios en el PSN, nuestro hijo en UPN y nuestro Espíritu Santo en las calles y espera que este es capaz de adquirir una cuarta forma. Ojo.