Recogemos del blog de Ana A, con similar título, los comentarios sobre el libro de Miguel Ángel Muez dedicado al expolio llevado a cabo para instalar la universidad del Opus en Pamplona.
http://sinmiedoalopusdei.blogspot.com/2011/06/tecnicas-de-camuflaje.html
Ya me he hecho con el libro sobre el expolio llevado a cabo por el Opus Dei en mi tierra natal. En la página 32 del mismo vienen los millones de pts. que la Diputación fue dando de su presupuesto ordinario entre 1960 y 1980, un total de 1.600 millones en 20 años. El año que menos 4 millones y medio y el año que más 296 millones de 1980. Simultáneamente el fundador del Opus Dei proclamando con toda su cara en las entrevistas concedidas a diferentes medios como Le Figaro o Times, que el Opus Dei vive exclusivamente de las aportaciones de socios y cooperadores. Incluso yo he leído que lo decía en tono de queja, “con lo beneficiosos que somos para la sociedad y no nos subvenciona el estado”…
Estos testimonios de Opus Dei eminentes están sacados del libro de Ynfante, “La prodigiosa aventura del Opus Dei”, en el capítulo que trata de colegios mayores y universidades:
John F. Coverdale, polemista y portavoz oficioso del Opus Dei, afirmó rotundamente en la revista “Nuestro Tiempo” “que [la Universidad de Navarra] a diferencia de otras instituciones docentes españolas […], no está ni ha estado nunca subvencionada por el Estado”. [“Nuestro Tiempo” n° 117, 1964]
Juan Antonio Paniagua, secretario general de la Universidad de Navarra, reconocería en 1966 que “la Universidad no recibe ninguna subvención del Estado español, salvo la Facultad de Derecho canónico”, y que “las tasas de ingreso, el trabajo científico en colaboración con entidades públicas o privadas y la asistencia médica constituyen otras fuentes de ingreso. Pero el gran instrumento es la Asociación de amigos que promueve en todas partes donativos, becas y legados”. Las diputaciones y ayuntamientos de Navarra, Barcelona (a causa del IESE) y Guipúzcoa (Escuela de Ingenieros Industriales) también subvencionan, según Paniagua, a la Universidad de Navarra.
Escrivá, gran canciller, niega también en una entrevista de 1967: “Preguntáis sobre subvenciones del Estado. El Estado español no ayuda a atender los gastos de sostenimiento de la Universidad de Navarra”, aunque luego reconoce, a continuación, refiriéndose a otra nueva fuente de ingresos, la Comisaría de Protección Escolar, que “[el Estado español] ha concedido algunas subvenciones para la creación de nuevos puestos escolares, que alivian el gran esfuerzo económico requerido por las nuevas instalaciones”[“Conversaciones con Mons. Escrivá”]
Sin embargo si se lee este libro el “esquilme” al que se ha librado el Opus Dei con las instituciones navarras, dinero público, ha sido total. Y cuando el ayuntamiento se resistió a la extorsión, “no problem”, cuenta Muez que fue concejal en Pamplona en esos años, que Carrero Blanco sacó un decreto el 23 de octubre de 1973 obligando a la expropiación forzosa de 120 hectáreas que eran Zona verde-universitaria-municipal. Por orden de las alturas el ayuntamiento no podía disponer de esos terrenos, el único usufructuario era el Opus Dei y el ayuntamiento tuvo que pagar a los propietarios 500 millones de pts. por unos terrenos que acto seguido pasaban a ser del Opus Dei. Surrealista.
En el 78-79 la izquierda gobernó Pamplona e intentó derogar el decreto de Carrero. La corporación salida de las elecciones de 1979 renunció definitivamente a disponer de los terrenos. Y a partir de ahí todos tranquilos, el Opus Dei se había hecho con su actual campus.
También se narran las vicistudes de la creación de una innecesaria facultad de arquitectura en la Opus university, que se hizo en detrimento de una escuela de magisterio. Había en Pamplona una escuela de magisterio en la plaza de san José viejísima y hecha una pena. Siempre hacen falta más maestros que arquitectos en un país, pero el Opus estaba empeñado en su facultad de arquitectura, fábrica de un tipo de profesional “muy molón” para el Opus Dei, bastante más que un maestro.
En 1975 cuando se produjo el desvío del dinero en vez de hacia la escuela de magisterio hacia la facultad de arquitectura, era Jaime Ignacio del Burgo el secretario de planificación y desarrollo de la Diputación. El pudo decidir y decidió expropiar la fábrica de Chalmeta en favor de la opus uni y no de una “vulgar” escuela de “vulgares maestros”. Ni España ni Navarra estaban necesitados de arquitectos. Pero entre Carrero Blanco y Jaime Ignacio del Burgo, ninguno de los dos pertenecientes al Opus Dei, se hizo lo que el Opus Dei quería.
Como otro dato interesante es que en las inmobiliarias que el Opus Dei ha creado para detentar la propiedad de sus edificios universitarios y de la clínica, una fue INMEGENESA, no se hace nunca mención ni de iglesia católica ni de Opus Dei. Es decir, todo muy laico. En ninguna de sus sociedades participa ningún órgano eclesiástico, sólo cajas de ahorro y hasta la ONCE.
INMUDENSA posee las fincas, CIUNSA y INUNSA reciben los créditos oficiales. Les encanta enmarañar siglas, multiplicar consejos de administración con mucho “miembro” honorífico que ni pincha ni corta, y cambiar periódicamente los nombres de sus empresas. Es otra estrategia empresarial del Opus Dei, no llamarse siempre igual.
De vez en cuando un cambio para despistar, así el grupo Recoletos de medios de comunicación se ha transformado en Unidad editorial si no me equivoco.
En su día CEFASA, centros familiares de enseñanza, los colegios andaluces del Opus Dei, pasó a llamarse ATTENDIS. Y como detrás de los nombres de los que presiden no figura su pertenencia a nada, van nadando y despistando a cualquiera que no se tome la molestia de seguirles la pista durante años. Tienen que evitar a toda costa que el pueblo asocie los nombres de sus empresas con el Opus Dei.
Un hurra para Miguel Angel Muez que por fin ha decidido no irse de este mundo sin dejar testimonio de los desmanes cometidos en Pamplona. Estas cosas no se sabían ni se hablaban en Pamplona cuando yo fui captada. El silencio sobre el Opus Dei durante todos estos años ha sido sencillamente ominoso.
Ana A