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La obra analiza los hechos de la historia político-institucional entre 1828 y 1841

Según Fernando Mikelarena, autor del prólogo, es un relato "desde un enfoque positivista y sin apriorismos"
Paula Echeverría. Diario de Noticias (4-6-2012)

La editorial Pamiela recupera este año dos monografías de Rodrigo Rodríguez Garraza (Sesma, 1938) que supusieron en su día un enfoque "pionero" de la historia político-institucional de Navarra. Por un lado, Navarra de reino a provincia (1828-1841), presentada ayer por el propio autor y por el historiador y autor del prólogo Fernando Mikelarena, y que ya está por lo tanto a disposición de los lectores; y por otro, la obra Tensiones de Navarra con la administración central (1778-1808), que verá la luz este otoño.


"La obra de Rodríguez Garraza supuso un primer enfoque de la historia político-institucional de Navarra en las décadas finales del Antiguo Régimen. Son monografías que relatan y analizan los hechos desde un enfoque positivista, haciendo un repaso exhaustivo y minucioso de toda la documentación de la época, y sin apriorismos. Y en este sentido, son trabajos que han abierto nuevas perspectivas ", destacó ayer el historiador Fernando Mikelarena, autor del prólogo de esta nueva edición de Navarra de reino a provincia (1828-1841). En esta obra, tras una breve introducción entre 1804 y 1828, Rodríguez Garraza analiza con profundidad la difícil supervivencia del autogobierno navarro entre 1829 y 1833. A su vez, la guerra carlista es estudiada desde la perspectiva de los campos liberal y carlista, subrayando principalmente los proyectos transaccionistas habidos desde 1834 a 1839. Igualmente recoge documentos importantes como las Bases Carlistas de 1838, señalando "hasta qué punto el carlismo navarro llegó a pensar en una monarquía netamente foralista". El valor de esta obra, que se publicó originalmente en 1968 -el mismo año en que curiosamente vio también la luz Origen y Fundamento del Régimen Foral de Navarra de Jaime Ignacio del Burgo-, reside entre otras cosas en que "frente a toda una doctrina tradicional que imputa los ataques al Régimen Foral de Navarra unívocamente y solamente a los liberales, Rodrigo da una lectura de que dichos ataques también provenían de los absolutistas, de quienes luego evolucionarían hacia el carlismo", comentó Mikelarena, quien también quiso destacar que "leyendo a Rodrigo, se ve que esa aparente dualidad que algunos han pretendido ver en Navarra, que si unos eran liberales y otros absolutistas, había que matizarla, porque de hecho existió gente de ideología absolutista pero que era antifuerista, y gente que era absolutista y muy muy defensora del Régimen Foral de Navarra. Y lo mismo sucede con los liberales". En palabras de Rodrigo Rodríguez Garraza, el gran debate es "la división en el mundo navarro entre los que querían un mantenimiento del sistema institucional tradicional y los que pedían un cambio de las instituciones, porque así se lo exigían sus propios intereses económicos, familiares y patrimoniales", comenta el autor, quien asegura que "en todo el planteamiento foralista y antiforalista de Navarra van unidas inseparablemente hasta el final Navarra y las provincias vascas. Es un ente común, y eso ha consolidado mi opinión de que Navarra hay que verla en el contexto vasco global, sin que ninguna parte sea más que otra". Aunque al final, recuerda, "hay una ruptura radical entre la solución navarra y la solución vasca. En Navarra se acepta la Ley del 41, muy elogiada y asumida por la clase política de nuestros días, con una entrega definitiva del sistema institucional navarro, mientras que los vascos se resistieron más".

Para Rodríguez Garraza, la Ley de Fueros de 1841 "puede considerarse hoy en día como un resultado positivo, si se mira al infortunio posterior de las instituciones vascongadas, pero -matizan el autor y Fernando Mikelarena- hay indicios de que podía haber habido otros posibles caminos que no se tomaron en su momento porque no interesó".