Restos de una hoguera
Esta colección de retales ensamblados, es como un vaso de pequeñas gotas de resina trasudadas por la corteza de un pino ya talludo; anotaciones de la vida cotidiana, común, sin rasgos épicos ni líricos ni aspiraciones que desborden la jaula del pentagrama que acota la vida de humano con clara conciencia de serlo.
Está hecha como un álbum de cromos de una colección que se alargó a los diez últimos años; un estuche de palabras y trazos de tinta y colores que se acompañan entre sí para no estar solos en la carpeta, ajenos al devenir de cada instante vital.
Al mirarlos se ve que no son trocitos aislados, sino que marcan una suerte de continuo, como el roncón de la gaita que da unidad a la melodiosa digitación.
Pasa el tiempo de las grandes esperanzas y al iniciarse el forzado sosiego vital es reconfortante coleccionar pequeños instantes arañados a la existencia vulgar y cotidiana. Eso es todo.